Cazador tranquilo Chapter 325 - Girasol

 Capítulo 325

34. Ojo

Algo sacudió su cuerpo con fuerza. Eui-jae frunció el ceño. El vaivén le revolvía el estómago como si tuviera mareo. Chasqueó la lengua. Maldición, solo un poco más de sueño…

"¡J!"

En ese instante, una voz atronadora le perforó los oídos. Eui-jae abrió los ojos de golpe. Lo primero que vio fue el techo agrietado. ¿Agrietado? Al ver el polvo caer del techo, supo que no era una alucinación. Gaeul, con el rostro pálido y jadeando, le sujetaba del hombro.

"¿Estudiante Gaeul?

"Qué alivio… Me preocupaba porque no despertaba… No, este no es momento para esto. ¡Tenemos que salir de aquí ahora mismo!"

"¿Eh?"

"¡El espacio está colapsando de repente! ¡Cuidado con la cabeza!"

¡Bang! Un estruendo sacudió el lugar y fragmentos cayeron del techo. Eui-jae se incorporó rápidamente y se protegió con el brazo. Lo que se veía a través de la grieta del techo era…

Un vacío completamente negro.

Era el mismo vacío que encontró cuando abrió la puerta del Mazmorra Conmemorativa.

Todo el aula temblaba de forma siniestra. Si el suelo colapsaba, ¿también habría un vacío debajo?

‘Eso sería un gran problema.’

No quería quedar atrapado en un vacío desconocido. Gaeul, limpiándose el sudor frío, murmuró:

"Es extraño. Este lugar lo creó Hong Yesung, no debería temblar así…"

Hong Yesung. Aunque pueda parecer alguien extraño, sus habilidades eran indiscutibles. Gaeul preguntó con voz temblorosa:

"¿Habrá pasado algo afuera…? ¿O a Hong Yesung…?"

Muchas posibilidades inquietantes cruzaron su mente. Eui-jae, sujetándose las sienes adoloridas, se levantó y tomó a Gaeul por la cintura.

"¡Primero salgamos de aquí!"

"¡Ah, sí! Pero yo sola puedo"

No escuchó el final de la frase. Eui-jae apretó el ticket que había guardado en su inventario. Su visión cambió de inmediato.

Miró a su alrededor. Era la sala del maestro del gremio Wave. El lugar que consideraba más seguro. Desde allí, se dirigió al escondite de Gaeul.

"Ya puede soltarme…"

"Ah, lo siento. Fue la prisa."

"¡J! ¿Ha regresado?"

En ese momento, la puerta se abrió de golpe. Shield Guy, Bae Wonwoo, miró expectante por la sala. Al ver que solo estaban Cha Eui-jae y Yoon Gaeul, apartó la mirada. Fue amargo ver expresión decaída.

"Lo siento, lo encontré pero no pude traerlo…"

"No pasa nada. Sabíamos que no se resolvería tan rápido. Más importante, ¡tenemos un problema!"

"¿Un problema?"

"Sí, sí. Se lo explico camino a la sala de reuniones. Es mejor verlo con sus propios ojos. ¡Estudiante, venga también!"

Bae Wonwoo hizo un gesto para que lo siguieran. Eui-jae, aún confundido, miró a Gaeul y salió corriendo tras él. Bae Wonwoo bajaba las escaleras de emergencia de dos en dos mientras decía:

"Ahora mismo, no solo aquí, sino… ¡el mundo entero está en emergencia!"

"¿Ha habido una ola de monstruos? ¿O una mutación?"

"No, no es eso… ¡Ah, hemos llegado!"

Bae Wonwoo abrió de golpe la puerta de la sala de reuniones. Dentro ya había varios cazadores reunidos. Hizo un gesto para que Eui-jae se acercara a la ventana. Una pared entera era de cristal, permitiendo ver el exterior de un vistazo.

Entonces, Eui-jae sintió una fuerte sensación de extrañeza.

"……"

"¿Sabe qué ha cambiado?"

"…Allí."

Eui-jae levantó el dedo y señaló al cielo. Desde el día de la grieta, siempre había estado allí…

"¿El White Hole ha desaparecido?"

* * *

Ugh, gotas de sangre oscura caían sobre el suelo de tierra. Junto a Hong Yesung, que vomitaba sangre sin parar, Kokko daba vueltas nervioso. Los otros seis polluelos, subordinados, o mejor dicho, amigos de Kokko, también giraban inquietos.

"¿Kkok? ¿Kkok…?"

"Ugh, blegh…"

Hong Yesung, después de vomitar sangre durante un buen rato, se tumbó en el suelo, evitando el charco que había formado. El olor a sangre era fuerte. Se limpió la nariz y la boca con el dorso de la mano, manchándose de sangre. Sus ojos dorados giraban rápidamente mientras miraba al cielo azul.

La corriente de nubes que fluía pacíficamente se detuvo. Al mismo tiempo, el cielo empezó a agrietarse. Hong Yesung acarició a Kokko, que se acurrucaba a su costado, con la manga limpia.

"Sí, sí. ¿Que si estoy bien? Para nada. Me duele muchísimo, Kokko. Siento como si mi estómago se me hubiera roto y estuviera destrozado."

"Kkok…"

"Veamos…

Cerró los ojos y agudizó el oído. Por todas partes se oían sonidos de cosas rompiéndose, agrietándose, desmoronándose. El espacio que había construido durante tanto tiempo desde que obtuvo sus poderes se estaba desmoronando.

"Parece que se acabó el tiempo… Aguanté bastante, ¿no?"

"Kkiik…"

Los polluelos amarillos temblaban. Algunos no podían moverse, paralizados. Cuando los fragmentos del cielo azul caían y el vacío negro se hacía visible, el temblor de los polluelos empeoraba.

Hong Yesung sorbió la nariz. Tragar la sangre que subía cada vez que respiraba era una tortura. Frunció los labios y murmuró:

"Vaya, ni siquiera es culpa mía. Es injusto."

"Kiik…"

Los polluelos, temblando, cayeron uno tras otro. Hong Yesung, con esfuerzo, extendió la mano y acarició sus suaves plumas. Aún quedaba calor, pero todos los signos vitales se habían ido.

"Ay… Si lo hubiera sabido, los habría asado. Para qué encariñarme…"

"¡Kkokkok!"

"Lo siento. Debería habérselos dado a J… Mi amigo los habría cuidado mejor, ¿no crees?"

Tosió levemente. Kokko, como si presintiera algo, se acurrucó más a su costado. El cielo se desmoronaba. Observó los fragmentos caer. Su instinto, grabado en huesos, carne y alma, le advertía:

Huye.

¡Huye!

¡Huyehuyehuyehuyehuyehuyehuyehuyehuyehuyehuyehuyehuyehuye!

Pero no podía mover ni un dedo. Hong Yesung, aunque acostumbrado al calor y las quemaduras, era impotente ante el dolor. Su estómago retorcido no dejaba de atormentarlo. Tosió sangre de nuevo. La vista se le nublaba.

‘Si lo hubiera sabido, habría entrenado más…’

No debió ignorar al funcionario y al director Ham. Al menos habría ganado resistencia. Solo quedaba el arrepentimiento. Todo temblaba. ¿Era el suelo? No. Pronto se dio cuenta: era él quien temblaba. Tenía la espalda y el cuello empapados en sudor frío. Con cuidado, acarició la cabeza de Kokko con la manga.

"Kokko…"

"Kkok…"

Kokko gimió y frotó la cabeza. Hong Yesung, con voz temblorosa, dijo:

"Huye."

¡Bang!

El cielo azul colapsó sin dejar rastro. Solo quedó el vacío, más oscuro que la noche. En esa oscuridad sin estrellas, apareció un círculo blanco.

Sobre el vacío, el círculo blanco aparecía y desaparecía, como si un ojo humano parpadeara.

Parpadeaba, como enfocando. El círculo blanco, tras aparecer y desaparecer, fijó su “mirada” en Hong Yesung, junto al charco de sangre.

Hong Yesung forzó una sonrisa en su rostro rígido.

"Hola."

El enorme ojo blanco lo observaba. Dentro de la pupila, algo giraba sin cesar. De repente, Hong Yesung comprendió. Una revelación como un rayo le atravesó el cuerpo.

Con esfuerzo, movió los labios que no respondían. Su ojo dorado giraba rápidamente.

"…Tú."

Cuando el guardián del mundo destruido desapareció, el agujero negro del cielo se tiñó de blanco. Los que conocían la verdad pensaban que era un agujero que conectaba mundos; los demás, que algo había pasado. Llamaron a ese agujero blanco:

White Hole.

Pero, ¿y si no era un agujero que conectaba mundos?

¿Y si no era un agujero…?

"¿…Nos estabas mirando?"

Sí, era un ojo.

El círculo se curvó levemente. Como si sonriera.

Como diciendo que tenía razón.

Su cuerpo temblaba sin control. No sabía si era por emoción o por miedo. Una repentina comprensión le atravesó la mente. Hong Yesung apretó los dientes y, con mano temblorosa, empujó a Kokko.

"¡Vete, Kokko!"

"¿Kkok?"

"¡Rápido! ¡Huye! ¡A donde sea!"

Era un grito desesperado. Kokko, empujado, empezó a correr por inercia. Batió las alas, dejando huellas en la tierra. Sin darse cuenta, llegó a la puerta principal, medio derruida.

Kokko se detuvo en el umbral y miró atrás. En ese momento,

¡Bang!

El suelo se derrumbó. Kokko, tambaleante, recuperó el equilibrio y salió corriendo por la puerta. 

Lo último que vio con sus pequeños ojos negros fue una enorme mano blanca aplastando el suelo… y la sangre que fluía a raudales.