CapÃtulo 214
23. Fin
Parpadeó con los ojos nublados y movió ligeramente los dedos. Ayer, lo regañaron por levantarse de la cama. Dijeron que los cables desconocidos conectados a su cuerpo lo mantenÃan vivo. Que no debÃa sacarlos. Las personas de blanco se quejaron mientras lo volvÃan a conectar a los cables.
¿De verdad?
Parpadeó con los ojos borrosos. La gente le habÃa cubierto los ojos con un paño delgado. Dijeron que sus ojos no debÃan ser estimulados. No es que hiciera mucha diferencia, ya que no podÃa ver de todos modos.
“…”
Un mundo sin J era aburrido, y el tiempo pasaba terriblemente lento. Pasaba la mayorÃa de los dÃas acostado en la cama. Los dÃas en los que incluso respirar era difÃcil habÃan pasado, y ahora podÃa caminar un poco, pero parecÃa que la gente pensaba que mantenerse a salvo era la mejor opción.
La única comodidad era que dormÃa regularmente. Quizás le estaban administrando algún tipo de sedante a través de los cables conectados a su cuerpo.
Era un pequeño alivio. Al menos obligaba a que el tiempo pasara.
Era aburrido, sÃ, pero soportable. TenÃa algo a lo que aferrarse. J habÃa prometido, después de todo. Prometió que volverÃa. Siempre habÃa venido y se habÃa ido de manera esporádica, asà que un poco de retraso era comprensible. Incapaz de mover su cuerpo, sus pensamientos vagaban en todas direcciones. La mayorÃa de las veces, vagaban hacia J.
En sus buenos dÃas, J levantaba ligeramente su máscara y le dejaba tocar su rostro. El rostro de J era suave. En comparación con las sábanas rÃgidas y las ásperas vendas, era incomparable. A veces, por avaricia, intentaba extender sus dedos más profundamente en la máscara. Cuando las puntas de sus dedos rozaban las esquinas ocultas de los ojos de J, las pestañas de J le hacÃan cosquillas en los dedos. El leve temblor de sus mejillas, como si se riera, era agradable. “No puedo mostrarte mis ojos. De ninguna manera.” Esa voz de reprimenda suave también era buena. No es que pudiera verlos de todos modos.
A veces, J le acariciaba la cabeza. Tocaba su piel marcada sin vacilar. En áreas como sus brazos, J incluso se encargaba de envolverlos en vendas él mismo. ¿No le repugna? Debe tener un estómago fuerte.
Las manos de J siempre olÃan a jabón. A veces, incluso estaban ligeramente húmedas. ¿No se supone que un cazador es alguien que mata monstruos? El constante olor agradable le generaba curiosidad. Quizás J siempre se lavaba bien antes de venir al hospital.
La última vez que J lo sostuvo, habÃa un olor tenue pero amargo. ¿Fumaba? Cuanto más pensaba en J, más preguntas se acumulaban como montañas. HabÃa tantas cosas que querÃa preguntarle. Practicaba hablar bajo la manta. La mayorÃa de las veces, solo salÃan sonidos ásperos y sin aliento.
¿Cuál es tu nombre? ¿Dónde vives? ¿Cuántos años tienes? ¿Qué te gusta? ¿Qué odias? ¿A qué te dedicas? ¿Fumas? ¿Te lavas las manos antes de venir al hospital?
¿Cuándo volverás?
Un dÃa, sin nadie a quien hacerle esas preguntas, se fueron acumulando. No estaba seguro de cuándo comenzó. Después de todo, no podÃa conocer las estaciones o las fechas. Pero, de todos modos, la cantidad de visitas de las personas que solÃan venir todos los dÃas disminuyó. Ahora solo venÃan dos veces al dÃa para colocarle un suero en lugar de comidas. Los cables conectados a su cuerpo se redujeron, y, incluso cuando se levantaba en secreto y vagaba por la habitación del hospital, nadie parecÃa notarlo.
Para cuando el suero estaba casi vacÃo, él mismo sacó la aguja. Limpió la sangre con una venda.
Sus delgadas piernas tocaron el suelo frÃo. Se sintió un poco mareado, pero era soportable. Frotó su pie contra el suelo frÃo sin ningún motivo en particular. En ese momento, escuchó voces tenues desde el exterior. Se acercó cuidadosamente a la puerta. Pegando el oÃdo contra ella, escuchó.
“…No estamos recibiendo suministros. Por mucho que lo intentemos…”
“Pero el proceso de desintoxicación ya está casi terminado de todos modos. Las agujas ni siquiera se están derritiendo ya…”
DebÃan estar hablando de él. Escuchó con más atención.
“Todo esto comenzó porque J financió todo. Él proporcionó todo el dinero y los materiales, por eso fue posible.”
“…”
“Pero ahora que J no está, el apoyo ha cesado por completo. TodavÃa tenemos una avalancha de pacientes. No tenemos dinero ni tiempo para dedicarlo a ese niño, Doctor.”
“Pero no podemos simplemente rendirnos con el niño. Está recuperándose bien. Solo necesitamos esperar hasta que J regrese…”
“¿…No has oÃdo los rumores?”
La voz, ya pequeña, se volvió aún más baja. Se presionó aún más contra la puerta, frunciendo el ceño.
“Dicen que la entrada a la grieta desapareció por completo después de que J y los cazadores entraron. No se cerró. Desapareció.”
“…”
“Tengo amigos en agencias gubernamentales, Doctor. Ya se están preparando.”
“Pero el niño está recuperándose bien. No podemos simplemente rendirnos. Incluso usaré mi propio dinero si es necesario…”
“Sabes que eso tiene sus lÃmites. Los medicamentos hechos a partir de subproductos de monstruos son increÃblemente caros.”
“¿Entonces qué tal esto?”
Alguien interrumpió. Era una voz femenina y animada. La reconoció; era la misma persona que tarareaba canciones extrañas mientras le conectaba el suero en su habitación.
La mujer, que se unió de repente a la conversación, habló.
“Me voy a un nuevo equipo. Jeje, iba a decÃrselo después. De todos modos, el lugar al que voy tiene mucho dinero… Creo que pueden encargarse de un niño como él.”
“¿Qué? Ga-young-ssi, pero…”
“¡Lo sé! Pero mantenerlo aquà no generará ninguna solución nueva, ¿verdad? Yo también le he tomado cariño al niño. Quiero verlo caminar sano algún dÃa.”
“…”
“…”
“¿No sienten lo mismo?”
Siguió un silencio. La voz animada continuó.
“Hablaremos con el director directamente. No se preocupen demasiado. Allà hay personas mucho más capacitadas que yo. Incluso les daré informes periódicos de cómo está.”
“¿…Estás segura de que está bien?”
“Por supuesto. No se preocupen.”
“¿No deberÃamos decÃrselo al niño? ParecÃa gustarle mucho J.”
“Yo también me encargaré de eso.”
Las voces se desvanecieron. ParecÃa que la extraña mujer estaba a punto de entrar. Volvió tambaleándose a su cama y se acostó. Tirando de la delgada manta sobre sà mismo, escuchó la puerta abrirse. El sonido de los pasos se acercó y se detuvo justo al lado de la cama. Una voz alegre habló.
“Hola, estás despierto, ¿verdad?”
“…”
“Supongo que escuchaste todo afuera. Entonces, ¿cómo te sientes?”
“…”
“DeberÃas empezar a usar pantuflas. Tus pies se ensuciaron un poco~”
Tsk, ocultó sus pies bajo las sábanas. Ga-young rió suavemente y se inclinó.
“Extrañas a J, ¿verdad?”
“…”
“Pero, hmm… J no puede volver.”
“…”
Lo sé. Claro que lo sé. J, quien solÃa venir una vez a la semana como mucho, no habÃa venido en mucho tiempo. Pero aun asÃ, tenÃa que esperar. J lo prometió.
“Si vienes conmigo, puede que puedas ver a J.”
Mentirosa.
“Y no solo eso, incluso podrÃas ir tú mismo a rescatar a J.”
"…"
El agarre en las sábanas se aflojó un poco. Ga-young susurró.
“Entonces, ¿qué dices? ¿Quieres venir conmigo?”
“…”
“Oh~ No puedes hablar, asà que no puedo escuchar tu respuesta. ¿Qué hacÃa J? Si quieres venir, solo asiente con la cabeza.”
Su cabello negro se esparció sobre la almohada. Ga-young sonrió.
“Bien, eres un buen chico.”
Su mano frÃa tocó su mejilla marcada. Ella olÃa a medicina. Le incomodaba. Pero lo soportó. Si eso significaba poder esperar a J. Si significaba que podrÃa verlo de nuevo.
Si significaba que podrÃa ir y rescatar a J.
Un pequeño deseo brotó en él. Ga-young no era de las que dejaban pasar deseos como ese. Ella retiró el paño que cubrÃa sus ojos. En su visión borrosa, vio unos labios rojos. Labios que se curvaron en una sonrisa.
“Eso es. Buen chico.”
***
“¿No te resulta familiar?”
“…”
Ga-young le dio unas palmadas casuales en la cabeza a la criatura con su mano enguantada. Luego frunció levemente el ceño y sacudió la mano para quitarse el lÃquido negro que habÃa manchado sus guantes. No debÃa mostrar emociones. No debÃa…
“¿Qué es eso?”
Una voz escapó, apretada por la tensión de unos dientes bien cerrados. Ga-young sonrió brillantemente.
“¿Qué crees que es? ¿No te resulta un poco familiar?”
La piel visible bajo el paño negro estaba distorsionada y desfigurada. Justo como la piel del chico debajo de las vendas. Y el lÃquido negro que rezumaba de varias partes de su cuerpo… estaba derritiendo el asfalto. Probablemente era tóxico. Cha Eui-jae permaneció en silencio, tal vez sin querer admitir lo que ya sospechaba.
“…”
“Es un amigo lindo. Escucha bien~ y lucha aún mejor.”
“¿Esto es parte del gremio Samra?”
“Oh, ¿el gremio Samra?”
Ga-young levantó la placa de identificación que colgaba de su cuello, la miró de reojo y se encogió de hombros.
“El lÃder del gremio quedó impresionado con mis habilidades.”
“¿Song Jo-heon sabe sobre esto?”
“Hmm, ¿quién sabe?”
Ga-young miró hacia el cielo como si estuviera sumida en sus pensamientos y luego sonrió dulcemente.
“Probablemente no lo sepa. Muy probablemente.”
“…”
“Para ser honesta… ninguno de nosotros esperaba que el final llegara tan repentinamente~ Nos tomó a todos por sorpresa.”
“¿No sabÃan lo que estaban haciendo cuando causaron esto?”
“El plan original era aprovechar que los cazadores estaban ocupados y, ya sabes, intentar cambiar un poco las percepciones~”
Los gritos se escuchaban por todas partes. La mano de Cha Eui-jae temblaba. Lo sabÃa. TenÃa que derribarla rápidamente y luego ir a salvar a los demás. Pero no podÃa mover los pies. Su mirada seguÃa volviendo a la figura grande y encorvada frente a ella. Cha Eui-jae mordió su labio inferior.
“¿Hiciste todo esto por esa razón? ¿No ves? ¿Cuántas personas están muriendo ahora mismo?”
“¿DeberÃamos no haberlo hecho? ¿Se supone que debemos quedarnos de brazos cruzados, esperando a que esos cazadores todopoderosos nos salven? ¿Quedarnos atrás y soportar este miedo interminable, sin saber cuándo terminará?”
Los ojos de Ga-young brillaban con agudeza.
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