CapÃtulo 238
24. El ojo del Apocalipsis
Desde afuera de la habitación, se podÃa escuchar a Jang Mi-sook moverse. Mackerel se presionó contra la puerta y gritó:
"Está bien, ¡Jang-nim! ¿Por ahora?"
"El chico tiene muchas cicatrices, eso es todo. No es tan malo."
Hace un minuto lo estaba llamando grosero. Mackerel tragó sus palabras. La primera regla de ser un informante es escuchar bien a los demás. Cuando las personas comienzan a hablar sin rumbo, a menudo salen joyas de información junto con sus palabras. Mackerel movió los dedos en el aire, invocando una pequeña mantarraya que se deslizó para sellar la puerta.
"SÃ, sÃ, es cierto. Cuando alguien está herido, tiende a levantar sus púas como un erizo."
"Pero dijo que no me necesitaba."
J se hizo un ovillo, murmurando oscuramente con una voz extraña. J, un héroe reconocido por la mayorÃa, aunque algunos intentaban difamarlo. Alguien que todos necesitaban. Probablemente era la primera vez que le decÃan que era innecesario. Quizás por eso le afectó tanto. Mackerel se agachó frente a él.
"Escucha, hyung-nim."
"…"
"Creo que ese imbécil… no, ese erizo probablemente dijo algo que no querÃa en el calor del momento."
"…"
El hombre-cochinilla levantó un poco la cabeza. Mackerel se frotó las manos con sinceridad.
"¿De verdad crees que lo decÃa en serio cuando dijo que no te necesitaba? Estabas hurgando en una herida, asà que solo levantó sus defensas. La gente siempre dice cosas que no quiere cuando está molesta, ¿verdad?"
"¿…Tú crees?"
"Claro, claro. Seguro que ahora se arrepiente de haber dicho algo asÃ."
El cochinilla levantó por completo la cabeza. ¿De verdad? Su voz distorsionada preguntó.
"Entonces… ¿puedes averiguar un poco más?"
"Ah~ solo di la palabra, hyung-nim."
Mackerel asintió tan fuerte que parecÃa que su cuello se romperÃa. Y pensó para sà mismo:
‘Voy a cobrarle por la mesa, la consulta y la información también. Voy a hacerme rico aquÃ’.
Su mente funcionaba como una calculadora a toda velocidad. Tal como un verdadero comerciante.
***
A pesar de que el lÃder del gremio era doctor, el Gremio Seowon tenÃa el aroma de papeles viejos y libros. Los miembros del gremio corrÃan empujando carritos de libros, y la vista de libros apilados del suelo al techo era abrumadora. Sin embargo, desde aquel incidente, el Gremio Seowon ha cambiado un poco.
"…"
Honeybee frunció el ceño, sosteniendo café en ambas manos. El fragante aroma del café ya estaba dominado por un fuerte olor a desinfectante. Los miembros del gremio que antes llevaban libros ahora corrÃan con diversos medicamentos y gráficos. Algunos podrÃan decir que el gremio habÃa vuelto a su estado original, pero aún asÃ...
"Me gustaba más antes..."
Murmurando y haciendo pucheros, Honeybee se apresuró hacia el corazón del Gremio Seowon, donde Nam Woo-jin y Matthew, quien aún no habÃa abierto los ojos, yacÃan.
Honeybee se detuvo al bajar las largas escaleras, ya que un niño pequeño con una bata blanca la esperaba al final. El niño la miró con ojos claros e hizo una reverencia.
"El maestro preguntó si te sentirÃas cómoda con el visitante."
"¿Visitante?"
"SÃ. Pensó que podrÃas sentirte incómoda."
"Bueno, mientras no sea Gyu-Gyu, está bien."
"Entonces, sÃgueme, por favor."
El niño se apresuró delante de ella. El contrato con Gyu-Gyu habÃa terminado, y él habÃa desaparecido en algún lugar. Probablemente vagando por algún paÃs extranjero, pensó Honeybee, chasqueando la lengua para dar énfasis.
Según el plan original, deberÃa haber continuado rastreando a Prometeo con Gyu-Gyu. Sin embargo, la Agencia de Gestión de Despiertos decidió colaborar con Prometeo. Naturalmente, Honeybee no podÃa soportarlo. ¿Colaborar con aquellos que habÃan hecho esto a Matthew? Inconcebible. Ella irrumpió en la oficina del director, exigiendo una explicación.
"¿Finalmente te has vuelto loco, verdad? ¿Aliarte con esos tipos?"
El director Ham explicó con calma. No era una cooperación perfecta, sino temporal; era para prevenir un apocalipsis y reunir información, y quizás para despertar a Matthew a través de sus datos.
'TonterÃas.'
Al final, pensó que el director habÃa tomado el camino fácil. Para entonces, habÃan llegado a la parte más interna del gremio. El niño abrió una puerta firmemente cerrada, y los ojos de Honeybee se abrieron de par en par.
"¿Qué es esto?"
"Ah, estás aquÃ."
Nam Woo-jin giró su silla para enfrentarse a Honeybee. Pero ella estaba mirando la pequeña figura oscura de pie como una estatua negra junto a él, y luego desvió su curiosa mirada a otra figura oscura.
La otra figura oscura, Lee Sa-young, estaba sentado apoyado en la pared con los brazos cruzados, los ojos cerrados. Honeybee lo señaló con el café en la mano.
"¿Por qué está aquà este tipo?"
"Se acaba de quedar dormido, asà que no lo despiertes."
Seo Min-gi se ajustó las gafas de sol mientras respondÃa.
"Últimamente no ha estado durmiendo bien, asà que vino por una receta."
"¿Por qué duerme incómodamente asÃ?"
"Dijo que solo está echando una siesta rápida."
"Qué lÃo. Solo compré dos cafés, uno para el doctor y otro para mÃ."
"Está bien. Tomé un menú de temporada esta mañana. Por cierto, ¿coleccionas stickers? Si no, ¿me los puedes dar?"
"¿En serio? ¿Con el mundo a punto de acabarse y tú coleccionando esas cosas?"
"Más razón para ser diligente mientras podamos."
"Qué locura…"
Chasqueando la lengua, Honeybee le pasó el café a Nam Woo-jin y sacó su teléfono. Seo Min-gi rápidamente sacó el suyo también, y comenzaron a intercambiar stickers. Nam Woo-jin tomó un sorbo, frunció el ceño y empujó la taza.
"¿Sirope?"
"Oh, me equivoqué. Ese es mÃo, y este es tuyo."
"Gracias."
"Demasiado azúcar acorta la vida."
"No necesito sermones; soy médico."
Nam Woo-jin sorbió el café, espeso de dulzura, y cerró los ojos. Pasó un momento de silencio. Honeybee golpeó el suelo con el zapato y preguntó:
"¿Cómo está Matthew? ¿Sigue igual?"
"Sigue igual."
"¿Ningún evento de congelación?"
El momento en que presenciaron el borde del apocalipsis, la humanidad se congeló, cada persona tocando inconscientemente alguna parte de su cuerpo, como si el trauma del apocalipsis hubiera quedado grabado en sus almas. Algunos especulan que los lugares que las personas tocaban eran sitios donde habÃan sido heridos antes. Aunque no hay certeza, a este fenómeno se le llama “Evento de Congelación.”
Nam Woo-jin negó con la cabeza.
"No. Sin consciencia ni ego, no sabe ni le importa que el apocalipsis se acerca."
"..."
"Aun asÃ, ahora que estamos trabajando con Prometeo, podrÃamos conseguir el antÃdoto."
"No me gusta cooperar con ellos. Ni siquiera ven a los Despiertos como humanos."
"A mà tampoco me gusta, pero necesitamos jugar todas las cartas que tenemos."
"…"
Honeybee suspiró y dio un sorbo a su café, dejando que el sabor amargo y sabroso se quedara en su boca.
En ese momento, la figura apoyada contra la pared se movió. Se oyó una profunda inhalación y exhalación. Debajo del cabello despeinado, un destello de luz violeta feroz se reflejó en sus ojos. Su mirada, que habÃa estado fija en el suelo, se posó en Honeybee.
"…¿Quién eres?"
"¿‘Quién eres’ es todo lo que puedes decir cada vez que ves a alguien? En serio…"
Lee Sa-young giró la cabeza, frunciendo el ceño con irritación. Nam Woo-jin dejó su café a un lado y se levantó. Arrastrando sus Crocs, se acercó a Lee Sa-young y examinó su rostro.
"Te di una dosis suave a propósito. ¿Crees que estarás bien con esa cantidad de sueño?"
"Está justo bien."
Lee Sa-young terminó de frotarse la cara y cruzó las piernas.
"Oà vagamente tu conversación. ¿TodavÃa no han encontrado un antÃdoto para Matthew?"
"¿Acaso dormiste? ¿O solo fingÃas estar dormido?"
"Tengo algo de la sede de Prometeo."
"…"
Hizo un gesto a Seo Min-gi, quien sacó una tableta de su inventario y se la pasó. Lee Sa-young levantó la tableta y habló con desdén.
"Es una tableta que un investigador de la sede de Prometeo tenÃa… He analizado todo el contenido. Claro, la única persona que podrÃa usarla serÃas tú, Nam Woo-jin."
"¿Qué? ¿Por qué lo estás contando solo ahora?"
Crunch. El vaso de café con hielo que Honeybee sostenÃa se aplastó, derramando café y hielo por todas partes. Lee Sa-young se encogió de hombros, frotándose los ojos.
"Porque mi sueño es más importante…"
"¡Oh, maldito…!"
Honeybee dio un paso adelante, con los puños apretados, pero Nam Woo-jin la detuvo. Con las manos en los bolsillos, miró hacia abajo a Lee Sa-young.
"No tienes pensado entregarla gratis, ¿verdad?"
"Ajá, tan perspicaz como siempre…"
Una ligera sonrisa asomó en la comisura de los labios de Lee Sa-young mientras apoyaba la barbilla en su mano y sonreÃa con astucia.
"Alguien curioso por mà vendrá. Pronto, dirÃa yo…"
"…"
"Nadie conoce mi condición mejor que tú."
Lee Sa-young se levantó de la silla. Su gran cuerpo y sombra se cernÃan sobre Nam Woo-jin. Colocó un dedo ennegrecido justo sobre sus labios y habló en un tono frÃo.
"Mantente en silencio."
"…"
"No andes divulgando cosas como la última vez."
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