CapÃtulo 294
29. El final programado
Los monstruos seguÃan apareciendo de algún lugar. Matar y comer. En principio, se deberÃa erradicar la fuente. Esa serÃa la razón formal para no estar bajo la amenaza de los monstruos. Aunque lo sabÃan, no se movÃan. ¿Qué pasarÃa si eliminaban la fuente y ya no aparecÃan más monstruos?
'MorirÃamos de hambre.'
O tener que comer humanos.
Todos pensaron lo mismo. Incluso J.
La piel de la gente se estaba volviendo cada vez más blanca. Algunos ya tenÃan el pelo completamente blanco. Instintivamente, se podÃa saber. Algo siniestro. Algo estaba saliendo mal. DeberÃan dejar de comer.
Sin embargo, era imposible decirle a la gente que comÃa para sobrevivir que dejara de hacerlo. ¿Qué tal si dejamos de comer? ¿No notan algo extraño en sus cuerpos? Cuando J insinuó esto, recibió miradas escalofriantes. Una voz indiferente preguntó:
"¿Qué tiene de extraño?"
Eran miradas terribles. El sudor frÃo corrÃa. J negó con la cabeza diciendo que no era nada. Solo entonces desaparecieron esos ojos que lo miraban como si quisieran matarlo.
Redujo la cantidad que comÃa. CedÃa su porción. La gente estaba contenta porque aumentaba su ración. Algunos incluso lo alababan diciendo que era digno de un héroe. J sonrió. Ser llamado héroe por ceder comida, el valor de un héroe era demasiado barato. No, tal vez aquà era caro.
Aumentaba el tiempo que pasaba hambriento. SentÃa como si su estómago se pegara a su espalda. TenÃa que aguantar.
"......"
Es difÃcil aguantar.
Tengo hambre.
Mucha hambre.
En esos momentos, J se dirigÃa al mar. Apartaba las cenizas flotantes del mar muerto y llenaba su estómago con agua de sabor horrible. Aunque le daban arcadas, la bebÃa con esfuerzo. Era la única forma de sobrevivir.
La gente ya no exploraba los alrededores. Simplemente se tumbaban en el campamento esperando que llegaran los monstruos. J miraba fijamente el cielo blanco y pensaba. ¿En qué se diferencia esto de la crÃa? ¿En qué se diferencia de una bestia enjaulada? Sus dudas y sentimientos de culpa quedaron enterrados en el mar muerto. No tenÃa fuerzas ni para pensar.
Escuchó el sonido de los monstruos. La gente que parecÃa muerta se levantó uno a uno para prepararse para cazar. J no se levantó, solo aguzó el oÃdo.
'¿20?'
El número de monstruos que llegaban al campamento base aumentaba poco a poco cada dÃa. Era como una oleada de monstruos. Sin embargo, J descartó ese pensamiento. No habÃa necesidad de causar ansiedad con ideas innecesarias.
'Yo me encargaré...'
Quizás porque se habÃan dedicado a matar monstruos constantemente, la gente acabó con los 20 en un instante. TenÃa que ir al mar de nuevo. El horrible sabor del agua del mar muerto se habÃa vuelto más tolerable con el tiempo. Un progreso increÃble. El ser humano es realmente un animal de adaptación.
De repente, se oyó el sonido de un arma atravesando carne. Es hora de ir al mar. Es difÃcil resistir el hambre cuando se huele la carne asándose. Justo cuando J se levantó con su lanza, se oyó un sonido extraño...
Crujido... Crujido.
El sonido de algo duro retorciéndose. J levantó la cabeza para ver el origen del sonido. La espalda y los brazos del musculoso cazador estaban retorciéndose de forma extraña.
"...¿Cazador ■■■?"
No hubo respuesta. La gente estaba ocupada descuartizando a los monstruos. Plaf, plaf... Salpicó un lÃquido semitransparente. Mientras desmembraban el cuerpo del monstruo, el cuerpo del cazador se iba hinchando poco a poco. J agarró con fuerza su lanza. Esto es extraño. ¿Pero deberÃa atacar directamente? TodavÃa es humano. ¿O no?
Desde el momento en que eliminó a los que habÃan matado a sus compañeros, J no podÃa blandir su lanza con facilidad... Dudaba.
Sin embargo, J blandió su lanza. Porque ese era su papel. Proteger la seguridad de la gente.
Asumir la responsabilidad.
Respiró profundamente. La sangre roja goteaba de la punta de la lanza que habÃa atravesado el cuerpo hinchado. La sangre de los monstruos era de color blanca semitransparente. Entonces, ¿el que atravesé era humano? ¿O un monstruo?
J giró la cabeza. La gente lo miraba fijamente, en la misma posición en que estaban descuartizando a los monstruos. Sus miradas eran extrañas. J forzó su voz:
"...No coman."
"......"
"Si comen... podrÃan terminar como el cazador ■■■. No coman."
La gente no respondió. Las manos que se habÃan detenido comenzaron a moverse de nuevo. Plaf, plaf, plaf...
J cerró los ojos. Giró la cabeza ignorándolos. Y se movió para ocuparse de la vida que habÃa tomado. El cuerpo flácido se arrastraba por el suelo. Una larga mancha de sangre roja quedó sobre las cenizas blancas.
Quiero vivir. Ellos también, y yo también. Solo que elegimos métodos diferentes. J decidió respetar su elección.
...Quizás simplemente se habÃa rendido. Cobardemente. J se burló de sà mismo.
No sabÃa cuánto tiempo habÃa pasado. HacÃa mucho que no contaba los dÃas. Recientemente, tanto la frecuencia de aparición de los monstruos como el número que llegaba de una vez habÃan aumentado. Tanto que quedaban restos de monstruos incluso después de que la gente comiera hasta saciarse. No era una buena señal. DebÃa haber una razón para este aumento repentino. J se acercó a la gente que afilaba sus armas embotadas.
"Voy a echar un vistazo alrededor."
"¿Para qué?"
"Me parece extraño que haya aumentado el número de monstruos. Quiero ver si ha habido algún cambio en los alrededores."
"......"
La gente intercambió miradas. Luego asintieron como diciendo que hiciera lo que quisiera. J sintió una extraña distancia. Seguramente éramos compañeros. ¿Desde cuándo nos hemos distanciado tanto? Los tiempos de comidas llenos de risas y charlas parecÃan muy lejanos. Incluso cuando preparó su equipaje y se fue del campamento por última vez, no hubo ni siquiera un saludo formal.
¿Será porque maté a gente?
¿Porque no como monstruos con ellos?
No lo sabÃa. HabÃa muchas preguntas pero ninguna respuesta adecuada. J arrastró sus pesados pies, buscando rastros de monstruos entre las ruinas blancas. Y encontró un enorme nido hecho de piedra.
"......"
El nido abandonado estaba lleno de cenizas blancas y huesos humanos. J rebuscó entre los fragmentos de huesos. Entre los huesos rotos y agrietados habÃa objetos esparcidos. Cosas que usaban los cazadores. ¿SerÃan del equipo de avanzada? J tocó los huesos y luego los dejó.
'Son demasiados para llevarlos solo...'
Al final, recogió primero los objetos más intactos y algunos fragmentos de huesos. TendrÃa que buscar a alguien en el campamento base para ayudar a trasladarlos. Aunque no sabÃa si habrÃa alguien dispuesto.
Cuando llegó cerca del campamento base, un fuerte olor a sangre le golpeó la nariz. Luego se oyó el sonido de objetos duros chocando. La nuca se le enfrió. J dejó los restos y corrió.
Cuando finalmente llegó al campamento base...
"¡J, es J!"
"¡J ha llegado...!"
"¡Sálvenos, sálvenos por favor! ¡Por favor!"
Numerosos monstruos ya habÃan aplastado el campamento base y a la gente.
Una enorme serpiente pasó aplastando a la gente. Innumerables monstruos masacrando a los supervivientes. La sangre roja salpicando. El campamento base donde habÃan permanecido tanto tiempo quedó cubierto de sangre y cadáveres. La enorme serpiente, el basilisco, desapareció agitando sus alas justo antes de que J pudiera alcanzarla. Los monstruos se abalanzaron... J agarró con fuerza su lanza. Su cuerpo comenzó a moverse mecánicamente. De la forma más eficiente.
Matar.
Matar.
Matar.
Matar.
Matar y seguir matando.
Sin embargo.
"......"
Incluso después de matar todo, no llegó el final.
Solo llegó un silencio absoluto.
J pensó de repente. ¿Tendré que morir yo también para que esto termine? Pero él no querÃa morir. QuerÃa vivir. Porque querÃa vivir habÃa matado, y porque querÃa vivir habÃa aguantado hasta ahora.
Asà que J recogió los cadáveres de sus compañeros. Y se acurrucó cerca de ellos. TenÃa que responsabilizarse por ellos. TenÃa que volver. La responsabilidad y la promesa lo mantendrÃan vivo. J se creó una razón para vivir, aunque fuera solo. A la fuerza.
El tiempo pasó. En algún momento dejó de sentir hambre. Lo más difÃcil de soportar era el silencio. Las ruinas donde no se oÃa la voz de nadie, ni respiraciones, ni siquiera el sonido del viento, eran solitarias. J empezó a murmurar cualquier cosa.
Me duele. Es duro. Estoy cansado. Quiero ir a casa. Cuando se le acababan las cosas que querÃa decir, repetÃa uno por uno los nombres de las personas que habÃan venido con él. Y lo repetÃa una y otra vez.
Todo su campo de visión era rojo. El olor a sangre no desaparecÃa. No sentÃa su cuerpo. Aunque su garganta seca le dolÃa como si fuera a desgarrarse, no dejaba de murmurar. SabÃa que no podrÃa soportarlo si ni siquiera habÃa un pequeño ruido. Pero no habÃa nadie que pudiera hacer ruido por él. Aunque el dolor fÃsico se habÃa embotado, no podÃa evitar el paisaje que le desgarraba el corazón...
En ese momento, se oyeron los pasos de alguien. Chapoteo, chapoteo... Alguien se acercaba pisando los charcos de sangre. Debe ser una alucinación. Aquà no hay nadie vivo excepto yo.
Me duele. Es duro. Estoy cansado. Quiero ir a casa.
Quiero volver.
"Asà que estabas aquÃ. En un lugar tan peligroso."
Revoloteo.
Algo negro cubrió su torso. El color rojo que llenaba su visión desapareció. En lugar del olor a sangre, habÃa un aroma dulce. Eui-jae dejó de murmurar lentamente. ¿Qué es esto? Su mente no funcionaba. Una calidez tibia tocó su cabeza.
Una voz grave susurró:
"Cuando vuelvas... vive tranquilamente."
¿Cuánto tiempo hacÃa que no oÃa la voz de otra persona? No lo sabÃa. Eui-jae prestó toda su atención a este nuevo sonido. QuerÃa oÃr más. El silencio era aterrador.
En ese momento, algo levantó lo negro que cubrÃa su visión. No quiero. No quiero ver. Ya no quiero ver más sangre. Eui-jae bajó la cabeza. Se oyó una risa baja.
"...Eso es lo que dijiste."
"......"
"Pero no hay manera de que puedas vivir asÃ. ¿Verdad?"
Sobre la visión negra apareció una ventana de sistema blanca.
[¡Advertencia! Esta acción sobrescribirá los recuerdos previamente grabados. No se sabe qué consecuencias tendrá.]
[¿Aun asà desea continuar?]
La voz grave respondió:
"Continua."
[Entendido. Sobrescribiendo recuerdos...]
"Bien, ya está... Levanta la cabeza."
Extrañamente, querÃa obedecer sus palabras. Eui-jae levantó la cabeza con cuidado. Lo que lo cubrÃa era un abrigo negro, y lo que levantó el abrigo era un guante de cuero negro. A través de esa abertura se veÃa una máscara de gas. Eui-jae parpadeó aturdido. Más allá de las lentes de la máscara de gas, unos ojos violetas se entrecerraron.
"Es un poco frÃo solo cubrirte con el abrigo."
Un pulgar frotó su mejilla seca. Una voz amable preguntó:
"¿Esperaste mucho?"
Eui-jae movió los labios. No le salÃa la voz. Una mano grande le acarició la mejilla.
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