CapÃtulo 299
30. La posición de espera
Aunque no se mencionaba quién era, se podÃa reconocer al dueño de la letra. DebÃa ser Lee Sa-young. ¿Quién más llamarÃa de "tú" a Cha Eui-jae? Eui-jae entornó los ojos.
"Ahora que lo pienso..."
¿Este tipo no me llama "tú" en lugar de "hyung" últimamente? Eui-jae acarició con la punta de los dedos la letra en el cuaderno. Aunque era imposible que sintiera calidez en la escritura. Murmuró torpemente:
"...Tiene una letra hermosa."
Pensaba que tendrÃa una letra tan mala como la de Nam Woo-jin. Parece que Jung-bin también le enseñó caligrafÃa. Mientras pensaba estas tonterÃas, rebuscó entre el escritorio desordenado para encontrar un bolÃgrafo. Estaba a punto de escribir una respuesta en el cuaderno cuando se detuvo.
"¿Se transmitirá si escribo aquÃ?"
Si no se le llegaba, parecerÃa que solo estaba escribiendo en el cuaderno de investigación de Nam Woo-jin. Pero Sa-young tampoco estarÃa seguro de que Cha Eui-jae lo viera. Lo escribió pensando en esa posibilidad. Entonces, ¿no podrÃa Eui-jae también apostar por esa posibilidad?
Eui-jae miró fijamente la letra pulcra de Lee Sa-young. Luego desplegó uno de los papeles arrugados que habÃa alrededor y comenzó a practicar su escritura alzada.
[Te estoy viendo.]
Comparó su letra con la pulcra caligrafÃa del cuaderno. Su escritura descuidada parecÃa un gusano retorcido en comparación con la de Lee Sa-young.
"......"
¡Esto no sirve!
Eui-jae respiró hondo y trató de escribir lo más pulcramente posible. Es-toy-vien-...
¡Crac!
El bolÃgrafo se rompió con un crujido. Se rompió justo en la doble consonante, lo que le hizo sentir extraño. Eui-jae miró con asombro el bolÃgrafo partido en dos y luego se lo metió en el bolsillo. Lo siento, Nam Woo-jin. Rebuscó alrededor para encontrar otro bolÃgrafo y volvió a escribir letra por letra.
Es-toy-vien-...
¡Crac!
¡Crac! ¡Crac!
Después de romper tres bolÃgrafos seguidos, Eui-jae se dio cuenta. El hecho de que la caligrafÃa pulcra y bien hecha no podÃa coexistir con bolÃgrafos frágiles. En el restaurante de sopa de resaca siempre escribÃa descuidadamente con rotuladores, asà que nunca se habÃa dado cuenta.
"......"
Y luego se dio cuenta de algo más. De todos modos, ese tipo ya habÃa visto mi letra yendo y viniendo del restaurante de sopa de resaca. No habÃa necesidad de esforzarse tanto por escribir bonito. Eui-jae suspiró mientras jugueteaba con el bolÃgrafo roto.
"Pero aun asÃ..."
SerÃa bueno escribir bien ya que lo estoy haciendo. Eui-jae se revolvió el pelo. Afortunadamente, en el laboratorio de Nam Woo-jin habÃa mucho papel y todo tipo de bolÃgrafos. Suficientes como para que no se notara si rompÃa unos cuantos más. Eui-jae repitió la breve frase en el papel arrugado. Hasta que quedara satisfecho con la letra.
[Te estoy viendo.]
[Te estoy viendo.]
[Te estoy viendo…]
Antes de darse cuenta, el papel arrugado estaba lleno de la misma frase. Eui-jae finalmente se detuvo. Cualquiera que lo viera pensarÃa que era una carta escrita por un acosador.
"¿Me habré pasado?"
Mientras se rascaba la sien con el extremo del bolÃgrafo, Eui-jae escribió una frase similar pero diferente en la esquina del papel que aún estaba en blanco.
[Te echo de menos.]
Unas letras que le daban vergüenza.
"...Ay, mierda. ¿Qué estoy haciendo?"
Eui-jae arrugó el papel. Le hormigueaban las puntas de los dedos. Pero no pudo tirar el papel arrugado. SerÃa un problema si alguien lo viera.
"PensarÃan que Nam Woo-jin tiene un acosador."
Eui-jae arrojó el montón de papel a su inventario. Lo que acababa de hacer entrarÃa en el ranking de las cosas más estúpidas que habÃa hecho en su vida.
En ese momento, una luz brillante emanó del cuaderno. Eui-jae se apresuró a revisar el cuaderno. Debajo de la letra pulcra, se habÃa añadido una breve frase con la misma caligrafÃa.
[Está bien.]
Está bien. Eui-jae repitió la frase en su mente. Está bien. ¿Quién? ¿Lee Sa-young? ¿Cha Eui-jae? La frase sin sujeto suscitaba numerosos pensamientos.
En realidad, lo sabÃa. Sa-young lo habrÃa escrito para consolarlo. Tan desesperado como para escribirlo en un cuaderno que no sabÃa si transmitirÃa el mensaje o no.
Sin embargo.
Eui-jae acarició las letras con los dedos y luego soltó:
"No está bien."
Cha Eui-jae...
"...Nada está bien."
Se sentÃa solo. Porque Lee Sa-young no estaba allÃ.
Eui-jae miró fijamente el cuaderno con el bolÃgrafo en la mano. Lee Sa-young, que habÃa esperado 8 años confiando solo en una promesa hecha con los dedos. QuerÃa preguntarle:
¿Cómo pudiste esperar?
Ni siquiera tenÃas la certeza de que volverÃa con vida.
Yo estoy tan ansioso incluso sabiendo que estás vivo.
Le hubiera gustado escribir en el cuaderno todos los insultos y sentimientos que tenÃa. Pero Cha Eui-jae contuvo sus ansiosos sentimientos. En la última frase que habÃa practicado. El bolÃgrafo tocó el papel.
Las lÃneas negras se unieron formando letras, y las letras se juntaron formando una frase.
[Te echo de menos.]
Una frase que no podÃa decir en voz alta.
Tan pronto como terminó la frase, Eui-jae cerró el cuaderno de golpe y se frotó la máscara con fuerza. HabÃa escrito solo una frase, pero todo su cuerpo le picaba. En ese momento, sintió que alguien se acercaba al laboratorio. Eui-jae se levantó de un salto de la silla.
¡Bam! Antes de que la puerta del laboratorio se abriera por completo, una voz ronca y quebrada gritó:
"...¿Asà que te envió la directora? ¿Qué pasa, otra vez con prisas? Ya he dicho mil veces que no se completa más rápido por tener prisa. ¿Qué, quieres que escriba un informe? ¿Que te dé un certificado médico? ¡El costo del certificado empieza en 50 millones de won!"
Una luz blanca se derramó por la puerta abierta de par en par. Eui-jae se quedó boquiabierto. Cara pálida con gafas torcidas, pelo blanco recogido descuidadamente, mejillas hundidas y bata arrugada, hombros y espalda encorvados, hasta unas desgastadas Crocs que se bamboleaban. En la puerta habÃa un zombie de pies a cabeza.
El zombie, después de soltar todo eso, respiró hondo y se ajustó las gafas torcidas. Sus ojos de un blanco brillante y ardiente se abrieron como platos.
"...¿Qué? ¿J? ¿Cuándo volviste?"
El chico que estaba a su lado respondió educadamente:
"Dice que volvió hoy, maestro."
"¿Por qué no me dijiste que el invitado era J?"
"Se lo comuniqué. Usted solo escuchó que era alguien enviado por la directora y asumió que serÃa otro que venÃa a apremiarle, ignorando el resto."
"¿Yo?"
"¿Quiere que le repita palabra por palabra lo que dijo antes, maestro?"
"No hace falta. Dame una bebida energética."
El zombie se bebió de un trago el lÃquido del termo que le pasó el chico. Luego se limpió la boca con el dorso de la mano y preguntó:
"Hace tiempo que no nos vemos. Habrás estado en la mazmorra de la erosión, ¿verdad?"
"¿Eh? SÃ."
"Habrás visto algo allà dentro. Has estado allà tanto tiempo y vuelves ahora."
"SÃ... Asà es."
El zombie se acercó a grandes zancadas y agarró a Eui-jae por los hombros. Un fuerte olor a desinfectante y extraños productos quÃmicos le inundó. Sus ojos de un blanco brillante resplandecÃan. Eran los ojos de un hombre que habÃa perdido completamente la cabeza. El zombie rugió como un león:
"¡Cuéntamelo todo! ¡De principio a fin!"
"¿Eh?"
"¡No hay tiempo que perder! ¡Prepara la pizarra! ¡Trae también la grabadora! ¡Tú, toma notas al lado! ¡Prepara sillas, mesas y agua para beber, rápido!"
"SÃ, maestro."
Mientras el chico se movÃa apresuradamente, varias cosas empezaron a prepararse en el desordenado laboratorio. Eui-jae fue empujado por la espalda hacia la pizarra blanca. El chico le puso un rotulador y un borrador en las manos. Antes de que pudiera recuperarse de la sorpresa, el zombie ya estaba sentado con una grabadora en la mano. ParecÃa un estudiante modelo en primera fila listo para una clase.
"Empieza ahora mismo. Quiero que me cuentes con todo detalle desde el momento en que entraste en la mazmorra de la erosión hasta que saliste."
"¿Eh?"
"¡Vamos! ¡No hay tiempo! ¡Empieza ya!"
Detrás del zombie, Nam Woo-jin, se alzaba un aura asesina que amenazaba con cortarlo en pedazos con un bisturà si no empezaba la clase de inmediato. Eui-jae se arrepintió mientras destapaba el rotulador.
"Mierda, deberÃa haber huido en lugar de practicar mi letra y mi caligrafÃa."
Pero el arrepentimiento siempre llega tarde. Eui-jae comenzó impotentemente su clase frente a la cámara de video que trajo el chico y el estudiante entusiasta.
Sin siquiera darse cuenta de que el cuaderno brillaba intensamente.
* * *
Drop, drop, drop... El suero caÃa gota a gota. Ga-young apartó bruscamente la delgada cortina que rodeaba la cama. Le preguntó al hombre que vigilaba junto a la cama:
"Me pregunto, por si acaso... ¿TodavÃa no se ha despertado?"
"No, no... No hay señales de que vaya a despertar."
Ga-young examinó la cama. Allà yacÃa Yoon Ga-eul. Tan inmóvil que parecerÃa muerta si no fuera por el leve movimiento de su pecho al respirar.
Fuu. Ga-young suspiró sonoramente para que lo oyeran. Luego agarró al hombre por el pelo y le susurró entre dientes:
"Idiota... ¿Cuánto medicamento le has administrado? ¿Tiene sentido que lleve más de una semana dormida? Te dije que la durmieras moderadamente, ¿acaso te dije que la mandaras a emigrar al paÃs de los sueños? ¿Eh?"
"Lo, lo siento..."
"Ah~ ¿Crees que diciendo lo siento se resuelven todos los problemas? ¡Qué bien! ¡El otro lado nos lleva mucha ventaja! ¡Hay un lÃmite para hacer pruebas clÃnicas con los fieles!"
Ga-young empujó al hombre con fuerza.
¡Bam! El hombre que cayó al suelo se apresuró a arrodillarse y bajar la cabeza. Ga-young le pisoteó la rodilla. El hombre apretó los dientes.
"Despiértala como sea... ¿Entendido? Puedes secuestrar a un Despertado si hace falta. Necesito escuchar lo que ha averiguado hasta ahora."
"¡SÃ, entendido!"
"Si no logras despertarla..." Ga-young le espetó frÃamente: "Te usaré a ti como material, que lo sepas."
El rostro del hombre palideció. El hombre golpeó su frente contra el suelo mientras gritaba. Lo siento, lo siento... Ga-young ignoró sus gritos y salió de la habitación. El investigador que esperaba junto a la puerta preguntó con cautela:
"Señorita Ga-young, ¿y si pedimos ayuda al Profeta...?"
"¿El Profeta? Bah..."
Ga-young se burló. Hizo como si se limpiara el oÃdo mientras respondÃa:
"¿Para qué preguntar a un inútil que solo sirve para abrir la boca? Mejor usar ese tiempo para hacer otro experimento."
"Pero, señorita Ga-young... ¡Si alguien la oyera...!"
"Todos están ocupados cantando himnos y ni siquiera se dan cuenta~ Hagamos unos experimentos."
A lo lejos se oÃa el murmullo de las voces de la gente. Era el sonido de los llamados fieles rezando todos juntos.
Ga-young chasqueó la lengua con irritación y dio la espalda a los que rezaban.
* * *
"...eul."
"......"
"¡Yoon Ga-eul!"
"¿Eh? ¿SÃ?"
Ga-eul levantó la cabeza sobresaltada. Una hermosa mujer tenÃa su cara muy cerca de la suya. ¡Ah! Ga-eul soltó un pequeño grito y se echó hacia atrás. Honeybee se rió y colocó las manos en su cintura.
"¿En qué estabas pensando? La gente está hablando."
"Ah, no... Me pareció oÃr algo."
"¿El qué?"
"No lo sé, lo siento..."
"No hay necesidad de disculparse. ¿Hasta dónde escuchaste la conversación?"
"Eh... Lo siento."
"Mira esto, estabas completamente distraÃda. ¡Toma!"
Honeybee lanzó algo. Gaeul lo atrapó hábilmente y lo examinó. Era una llave.
"¿Qué es esto?"
"¿Qué más podrÃa ser? Es la llave de la casa."
"¿Casa?"
"SÃ. La llave de la casa donde está J."
"Ah..."
Gaeul dejó la frase sin terminar. Los ojos de Honeybee se desviaron brevemente hacia atrás. Allà estaba Lee Sa-young, apoyado contra la pared con los brazos cruzados. Su rostro sombrÃo parecÃa como si estuviera a punto de matar a alguien. Ella bajó la voz y susurró al oÃdo:
"Acordamos hacer copias de la llave y compartirlas. Para que todos podamos administrar la casa."
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