CapÃtulo 305
31. El lÃmite
Se frotó la barbilla mientras examinaba a Eui-jae de arriba a abajo.
"Vaya, lo ocultaste bien. El director Ham tampoco habrÃa imaginado que el cazador número uno del ranking, que creÃa muerto, estarÃa cuidando a su abuela en un viejo restaurante."
Eui-jae respondió con desagrado:
"...Mantengámoslo en secreto. No tengo intención de revelar mi identidad."
Nam Woojin soltó una risita burlona.
"Hm, no tengo a nadie a quien contárselo. Por cierto... Me preguntaba por qué Lee Sa-young habÃa traÃdo a un civil."
Miró a Eui-jae con interés, examinándolo detenidamente.
"¿Ese tipo conocÃa tu identidad? ¿Por eso te llevaba consigo?"
"No... Creo que no lo sabÃa cuando vinimos aquÃ."
En ese momento, Lee Sa-young habÃa sido especialmente desagradable y desvergonzado. Pensando en chantajear para usar a la gente. Ahora que lo pensaba, es una historia divertida. El Lee Sa-young actual, lejos de usarlo, estaba desesperado por hacer cualquier cosa por él...
Maldición. Eui-jae se mordió el interior de la mejilla. Mientras tanto, Nam Woojin preguntó con perplejidad:
"¿Me estás diciendo que te trajo e incluso me pidió un favor sin saber tu identidad? ¿Con ese temperamento suyo?"
"...TenÃamos un trato."
"Quién dirÃa que ese tipo sabÃa hacer tratos, vaya información nueva."
Nam Woojin se dio la vuelta refunfuñando. Eui-jae extendió la palma de su mano. Sobre la larga cicatriz, una tenue cadena brillaba con un suave resplandor dorado. Aunque el contrato habÃa sido casi una amenaza, y casi muere por el veneno durante la firma...
Ahora que lo pensaba, creÃa que habÃa hecho lo correcto.
'Quién hubiera pensado que confirmarÃa que está vivo con esto...'
Lee Sa-young está vivo. Mientras la prueba del contrato no desaparezca. Al menos eso era un consuelo. Eui-jae se arregló el cabello erizado por la electricidad estática y preguntó:
"¿Qué hay de Ming-gijeok? ¿Está bien?"
"¿Eso es lo primero que preguntas? Bueno... Está vivo. Aún no ha abierto los ojos, pero necesitará recuperarse por un tiempo. Probablemente le queden algunas cicatrices."
Ah, qué alivio. Eui-jae exhaló un pequeño suspiro de alivio. No importaban las cicatrices ni nada, mientras estuviera vivo. Mientras no muriera. Se tocó la frente y notó que la herida habÃa sanado sin dejar rastro. Nam Woojin chasqueó la lengua.
"¿Dices que bloqueaste el ataque con la cabeza? Vaya confianza, por Dios."
"......"
"¡Eh, no pongas esa cara de 'estoy vivo y eso es lo que importa'! ¡Tampoco pongas esa expresión de 'un golpe no es para tanto'! Si hubieras sido un cazador normal, tu cabeza ya estarÃa hecha papilla. Este es el problema con los que tienen el cuerpo fuerte. ¡No saben valorar su vida y se lanzan al peligro!"
Nam Woojin gritó señalándolo con el dedo. Eui-jae, que habÃa fruncido los labios, los volvió a su lugar y se sentó derecho. Lo habÃa hecho sin darse cuenta. Parece que el recuerdo de la gran reprimenda en la Mazmorra Memorial habÃa quedado grabado en su cuerpo.
Se subió las gafas y se apretó el entrecejo. Aunque su rostro parecÃa más saludable que antes, sus manos estaban tan delgadas que se le marcaban los huesos. Como en los fragmentos de memoria que habÃa visto.
"En fin, tanto tú como aquel... ¡Ya estoy bastante ocupado, asà que ten más cuidado cuando andes por ahÃ!"
"...SÃ."
"¡De qué sirve que respondas bien! Seguro que volverás a recibir un golpe en la cabeza."
Nam Woojin se arremangó la bata blanca y se acercó, poniendo su mano en la frente de Eui-jae. Un suave resplandor envolvió su frente.
"¿Sientes dolor? ¿Mareos, náuseas o visión doble?"
"Antes de desmayarme sÃ... Um, ahora estoy bien."
"Oh, asà que peleaste en ese estado. ¿No sabes valorar tu cuerpo?"
"......"
Echaba de menos la época en que se hablaban de usted. Cuando mantenÃan una distancia y cortesÃa adecuadas entre ellos. Nam Woojin habÃa empezado a tutearlo discretamente después de la clase especial de J en la Mazmorra Memorial. Quejarse de por qué de repente lo tuteaba... La conciencia de Cha Eui-jae, que hasta ahora habÃa abusado de su edad para actuar como un viejo cascarrabias, le dolÃa un poco.
Al final, tendrÃa que soportar ser regañado unilateralmente por el temible maestro. Era su karma.
Poco después, Nam Woojin retiró su mano. El joven que estaba detrás comenzó a escribir algo en una tablet. Eui-jae se frotó la frente.
"¿Quién me trajo aquÃ?"
"Te trajo Mackerel. Dijo que estabas tirado en el suelo, armando un escándalo sobre que te habÃas golpeado fuerte la cabeza y te habÃas hecho daño. Qué ruidoso estaba."
Ja ja. Eui-jae rió con amargura. TendrÃa que agradecérselo más tarde. Si no hubiera sido por él, habrÃa recuperado la consciencia en el suelo.
"¿Y el mercado de pescado está bien?"
"No he oÃdo nada al respecto. Supongo que estará bien. En estos dÃas, que no haya noticias es una buena noticia."
Por fin se relajó. Eui-jae exhaló un largo suspiro y se frotó la cara. Bien. Al menos habÃa evitado el blanqueamiento del mercado de pescado y la mutación de Mackerel. Aunque Ming-gijeok resultó herido...
"¿Dónde está mi máscara?"
"Te la quitamos para el tratamiento. Está en el escritorio, llévatela. ¿Sabes que tanto el interior de la máscara como tu cara estaban cubiertos de sangre? ParecÃa una pelÃcula de terror."
Con razón se sentÃa húmeda. Eui-jae logró no decir ese pensamiento en voz alta. IntuÃa que si lo decÃa, los regaños se multiplicarÃan por cinco. Eui-jae inclinó la cabeza en señal de agradecimiento.
"Gracias por el tratamiento."
"Si estás agradecido, cuida más tu cuerpo."
"SÃ."
"No solo respondas, sino que―"
Justo cuando Nam Woojin iba a lanzarse a otro largo discurso, el joven intervino oportunamente:
"Maestro, es hora del experimento con la nueva medicina."
"...¿Ya es esa hora? Entendido. Tú, buscaproblemas. Llévate tu máscara. Está en el escritorio de la habitación donde esperaste la última vez. Si sientes algo raro en el cuerpo, ven a verme."
Nam Woojin se fue agitando la mano. El joven le entregó una tarjeta llave y una mascarilla desechable.
"Aquà tienes, un pase temporal y una mascarilla. La puerta estará cerrada, pero puedes abrirla con esto."
"Ah, gracias."
"Creo que podrás evitar encontrarte con la gente. Entonces..."
"Espera, ¿dónde está Ming-gijeok?"
"Está en la sala de recuperación de emergencia. Es un área a la que solo puede acceder el personal médico, asà que los visitantes no pueden entrar. Te avisaremos cuando se haya recuperado lo suficiente para recibir visitas."
El joven se despidió cortésmente y siguió a su maestro. Eui-jae se agarró el cuello rÃgido y lo giró una vuelta completa. Esa habitación... debe ser la habitación donde está el cuaderno.
'Ya que estoy aquÃ, deberÃa revisar el cuaderno también.'
Tal vez haya algún contenido nuevo. Eui-jae empezó a caminar casi corriendo.
* * *
Se escuchaban sollozos a lo lejos... Honeybee, vestida de negro, miraba distraÃdamente por la ventana. Fuera, la gente se habÃa reunido en cÃrculo, y en el centro ardÃa una alta pila de leña. Yoon Gaeul sollozaba y se frotaba constantemente los ojos con la manga. De tanto frotarse, la zona alrededor de sus ojos estaba roja e hinchada.
Sa-young murmuró mientras hacÃa girar un bolÃgrafo:
"...SerÃa mejor no sumergirse demasiado en los restos de los recuerdos."
"Lo sé."
"No es una cara conocida."
"......"
Honeybee no respondió y cerró la boca. Sa-young no insistió más y apartó la mirada. No tenÃa sentido presionar. Ni para ella, ni para él. Y en cuanto a consolar, Sa-young no tenÃa ningún talento para ello. Gaeul, entre sollozos, preguntó:
"...En el mundo original, ¿estarán bien? Sanos y salvos..."
"......"
Nadie respondió.
Jeongbin habÃa muerto.
Después de su muerte, el Gremio Seowon perdió rápidamente su vitalidad. La gente empezó a pensar en la palabra "extinción" con más facilidad que antes. Era común ver a personas que habÃan perdido su energÃa y estaban decaÃdas. El impacto fue mayor que cuando murió el héroe J. En cierto modo, era natural. J habÃa perdido presencia debido a su enfermedad, mientras que Jeongbin era el verdadero lÃder de los supervivientes. Un grupo que pierde a su lÃder tiende a desmoronarse fácilmente.
Honeybee miró fijamente la gran figura que se erguÃa más allá de la ventana. Matthew estaba frente a las llamas ardientes con rostro inexpresivo. Él serÃa el próximo lÃder.
Aunque eso tampoco durarÃa mucho.
Honeybee murmuró:
"Dijiste que Matthew también morirÃa, ¿verdad?"
"SÃ."
"Y no podemos evitarlo."
"Es autocomplacencia. Aunque lo evitemos, nada cambiará."
"...Entonces, ¿tenemos que quedarnos aquà viendo estúpidamente hasta que termine este recuerdo?"
"SÃ."
Ella apoyó la sien en la ventana con expresión cansada.
"...Me siento como si estuviera en una prisión."
Este mundo corrÃa hacia un final predeterminado. Ellos solo esperaban el dÃa en que llegara ese final. Aunque eso significara el fin de un mundo.
Sa-young dejó a las dos y salió solo de la habitación. Se dirigió al cuarto de Nam Woojin. Bajo la luz del escritorio que no habÃan apagado, habÃa un cuaderno abierto.
[Jeongbin ha muerto.]
Vaya, qué espÃritu de registro tan meticuloso. Sa-young tomó el cuaderno y pasó rápidamente las páginas. Después de muchas páginas en blanco, llegó a la última página del cuaderno. Su rostro, que habÃa estado examinando el cuaderno con indiferencia, se endureció. Sus labios gruesos se entreabrieron un poco. Sus ojos violetas captaron una frase desconocida.
[Te echo de menos.]
No era la letra de Nam Woojin ni la suya propia. La escritura, que parecÃa haber sido hecha con lápiz, mostraba un esfuerzo por escribir de forma ordenada. Aunque hacia el final, volvÃa a su estilo habitual de garabateo. Sa-young frotó las letras con su pulgar negro. Se le escapó una risita.
"Qué tonto..."
Aunque nunca podrÃa decirlo en voz alta, expresa bien sus sentimientos por escrito. Sa-young besó suavemente las letras. Después de un rato, apartó los labios y tomó un bolÃgrafo que habÃa rodado cerca.
N/T: soy la hija de unos papis que se aman 🥺
La punta del bolÃgrafo comenzó a escribir letras negras.
[Jeongbin murió al tener su garganta desgarrada mientras intentaba detener a un miembro del equipo que habÃa mutado. Por favor, verifica si hay signos de mutación en las personas cercanas a Jeongbin.]
Sa-young golpeó suavemente su barbilla con el extremo del bolÃgrafo y añadió:
[CuÃdate.]
[No te esfuerces demasiado.]
La punta del bolÃgrafo completó la última frase sin vacilación.
[Yo también te echo de menos.]
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