Cazador tranquilo Chapter 328 - Girasol

 Capítulo 328

34. Ojo

Desapareció la sonrisa, y el punto de vista cambió. El techo, con algunas vigas dispersas, ocupó el lugar donde antes estaba el rostro de Cha Eui-jae. Una voz familiar se quejaba.

―No soy una herramienta todopoderosa que haga todo lo que me pidas, ¿cómo se supone que cree una mazmorra que almacene recuerdos...? Te salvo la vida y ahora quieres que te lo dé todo.

Era la voz de Hong Yesung.

―Bueno, claro que puedo hacerlo si quiero.

Clinc, clinc, algo revolvía todo a su alrededor. El punto de vista también se sacudía y volteaba sin parar. Lo que rodeaba el entorno eran piedras mágicas de distintos tamaños y colores. Hong Yesung tarareaba mientras murmuraba.

―Ya que estamos, quizá yo también haga un dispositivo de grabación...

'¿No será... el punto de vista de una piedra mágica?'

Como si respondiera a la duda de Eui-jae, una mano con pequeñas cicatrices de quemaduras agarró al dueño de la visión y lo giró de un lado a otro.

―¡Ah, aquí está!

El rostro de Hong Yesung, con una lupa, se acercaba y alejaba repetidamente. Sus ojos dorados brillaban confusos. Inclinó la cabeza.

―¿Oh? Mira esto. Para ser una piedra mágica, todavía tiene conciencia. Me estás mirando, ¿verdad? ¡Jaja!

Hong Yesung rió alegremente.

―Casi dejo que algo así se pudriera. Veamos... Una piedra mágica de un monstruo que roba recuerdos.

Dejó la piedra mágica sobre una superficie plana. Una luz brillante llenó la visión. Era como la vista de un paciente en una mesa de operaciones.

―Pensándolo al revés... eso significa que también debe haber un lugar donde se almacenan los recuerdos robados, ¿no? Y quizá también una función para devolverlos.

A través de la luz, el rostro de Hong Yesung apareció de repente. Sus ojos dorados destellaron.

―Eso es... ¡Claro! ¡Por supuesto! Soy un genio. Si lo manipulo bien, podría usarlo como un dispositivo de almacenamiento.

Después, el punto de vista cambió caóticamente. Se oscureció, luego se volvió rojo como si entrara en el fuego. En cada cambio de pantalla, la voz de Hong Yesung intervenía.

―Si lo derrites para hacer una herramienta y luego se rompe, y además los fragmentos desaparecen... entonces esa parte del recuerdo no podría recuperarse. Mejor usar toda la piedra mágica como núcleo para un medio de grabación...

―Sobre el cuerpo que contendrá el núcleo, ¿debería tener cierto grado de conciencia? Al menos un instinto de proteger el núcleo... Sí, y también instinto de supervivencia. ¿Le agrego una función de ataque?

―Si el cuerpo es grande, el consumo de energía será alto, así que hagámoslo pequeño. Hay que cuidar la eficiencia. Si puede volar, mejor... Ah, tengo ganas de pollo frito.

―Aunque el cuerpo cambie, mientras el núcleo siga igual, la conciencia y los recuerdos se mantendrán...

La voz de Hong Yesung se fue apagando y la pantalla se tiñó de negro. ¿Cuánto tiempo pasó? Una voz ligera habló.

―...Creo que esta vez sí funcionó, bueno... ¿quieres abrir los ojos?

La pantalla negra se fue desvaneciendo poco a poco. Parpadeo, parpadeo. Cada vez que parpadeaba, el rostro sonriente de Hong Yesung aparecía y desaparecía.

―¡Listo! ¡Funcionó! ¡Es mi victoria!

Rebuscando por ahí, tomó un pequeño espejo de mano y lo mostró. En el espejo se reflejaba un gallo de porcelana blanco. Sus ojos, como frijoles negros, parpadeaban. Más allá del espejo, Hong Yesung sonreía ampliamente.

―¡Kokko! Tu nombre es Kokko.

Kokko ladeó la cabeza. Hong Yesung se señaló a sí mismo con el dedo.

―Yo soy Hong Yesung. Soy tu dueño.

―¿Kokko?

―¿Me respondiste? Qué bien. A ver, tus órganos vocales funciona bien.

Con ambas manos, levantó a Kokko con cuidado. Desde la altura de la cabeza, Kokko miró a Hong Yesung y el lugar donde estaba. Hong Yesung, con el cabello castaño despeinado recogido en una coleta, estaba muy delgado. El taller era un desastre. Por la ventana, se veía ceniza blanca arremolinándose como una ventisca.

―Menos mal... Lo terminé a tiempo.

Abrazó a Kokko con fuerza.

―Kokko.

―Kokko.

―Voy a huir. Mientras mi amigo gana tiempo.

―¿Kokko?

―Pero tú irás con mi amigo. ¿Entiendes? Aunque no lo parezca, es alguien que se siente muy solo. Quédate a su lado.

―Kokko.

―Es mi primera orden. Observa todo... y recuérdalo también.

Hong Yesung colocó cuidadosamente a Kokko sobre el escritorio y se agachó para quedar a la altura de sus ojos.

―Y cuando llegue el momento... devuélveselo a tu dueño.

Hong Yesung miró fijamente a la pantalla. Seguramente miraba a los ojos de Kokko, pero parecía que...

Sintió que cruzaba la mirada con Eui-jae al otro lado de la pantalla.

Sus labios, pálidos y secos, se movieron apenas.

Recuerda.

La voz se expandió como una ola. Todo su cuerpo se estremeció. Apretó los dedos. Los recuerdos grabados en cuerpo y alma despertaban. Eui-jae inhaló bruscamente. Su visión tembló...

* * *

Churp, la sangre escupida entre los dientes se esparció en el suelo blanco. Se limpió la boca bruscamente con el dorso de la mano. Sobre la mano llena de cicatrices, quedó una larga mancha roja de sangre.

Cha Eui-jae, de rodillas, levantó la cabeza.

Cada vez que respiraba, subía sangre mezclada con aire.

El final se acercaba.

Había pasado por tantas batallas que podía estar seguro. Ya no podía luchar más con ese cuerpo. Había llevado todo al límite. Al perder el brazo izquierdo, su cuerpo se inclinaba ligeramente hacia la derecha. Gotas de sangre caían sobre el suelo blanco. Su visión se nublaba.

Se palpó el costado izquierdo. Aunque vertía pociones, la recuperación era lenta. El costado, parcialmente arrancado junto con el brazo, apenas sanaba.

"Menos mal que los órganos internos no se perdieron."

Por poco. Si hubiera reaccionado un poco más lento, ni siquiera podría estar de pie. Habría muerto sin poder retroceder el tiempo. Sobre todo, ese hecho lo aterraba. Morir como un perro, sin siquiera poder usar el reloj.

¿Fue arrogancia? ¿Un simple humano enfrentándose al fin del mundo?

En ese momento, algo se apoyó en el muslo de Eui-jae. Era el gallo de porcelana agrietado en varios lugares. ¿Se llamaba Kokko? Hong Yesung se lo había dado a la fuerza antes de irse.

"Si iba a darme algo, ¿por qué no me dio algo útil? ¿Por qué un gallo?"

Mentiría si dijera que no lo pensó.

Pero, extrañamente, ese pequeño gallo de porcelana le daba consuelo.

La sensación de no estar solo. Un baluarte psicológico de tener algo que proteger.

"Esto, aunque apenas parece estar vivo, también es vida..."

Eui-jae soltó una risa seca. Tosió, mezclando risa y tos. Tragó sangre. Presionó la cabeza del gallo de porcelana con la palma.

Kokko. Observa bien.

Apretando los dientes, se apoyó en la lanza rota para levantarse. "Eso" lo observaba con curiosidad. Contuvo la respiración y apuntó con el mango de la lanza rota.

Hacia los dos enormes ojos.

A su alrededor, la ceniza blanca giraba como un torbellino. Sentía la mirada de "eso". "Eso" observaba a Cha Eui-jae. En vez de evitar la mirada, él la sostuvo firmemente. Había llegado demasiado lejos para temerle al fin y la muerte. Contuvo el temblor de la mano.

"¿Alguna vez has fallado?"

No hubo respuesta. "Eso", el fin, solo observaba. Al humano que enfrentaba solo el final después de la muerte de todos.

"Yo he fallado muchas veces... Tantas como mundos has destruido."

Dio un paso. Sobre el páramo cubierto de ceniza y sangre, quedó su huella.

"Aunque falle de nuevo, no cambiará mucho. Todo se acabará."

Con cada paso, aumentaban las huellas. Ni la ceniza arremolinada cubría las huellas ensangrentadas.

"Así que…"

El cabello negro ondeaba. La comisura de sus labios, manchada de sangre, se curvó en una sonrisa.

El héroe sonrió. Sus ojos azules brillaron intensamente.

"Voy a huir."

[Se activa la habilidad de fuerza mejorada (S+).]

[Se activa la habilidad única, Mano del Maestro (S+).]

[Se activa la habilidad única, Aquel Que Todo lo Perfora (S+).]

La fuerza volvió a su cuerpo agotado. Lo sabía. Era su último esfuerzo desesperado. Al final, también sería un fracaso. Huir sin poder salvar el mundo.

Pero el ser humano aprende de sus fracasos.

Cha Eui-jae aprendió de innumerables fracasos.

Estaba seguro de que la próxima vez lo hará mejor.

Con toda su fuerza, echó hacia atrás el brazo que sostenía la lanza. Su cuerpo entero, de pies a cabeza, se tensó como un arco, apuntando al objetivo.

"¡Voy a huir de la forma más vergonzosa, maldito!"

<¡Perforando el corazón!>

¡Kuaaaang-!

La lanza voló y se clavó en el centro del torbellino izquierdo. Por un instante, el giro se detuvo. Y entonces,

¡Kugugung...!

Todo empezó a temblar. La ceniza blanca ahora volaba como cuchillas. Los fragmentos dispersos comenzaron a flotar en el aire.

Cha Eui-jae no se detuvo. Levantó el brazo derecho.

"Recuerda…"

De su muñeca brotó una luz blanca. Justo antes de que la luz lo engullera, sus ojos azules brillaron.

"¡Porque este es tu primer fracaso!"

Finalmente,

La luz lo envolvió todo.