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Cazador tranquilo Chapter 331


 Capítulo 331

34. Ojo

Cuando Eui-jae y Jeongbin entraron en el gremio Seowon, un miembro del gremio vestido con el uniforme tradicional salió apresuradamente a recibirlos. Durante todo el trayecto, se secaba el sudor de la frente con un pañuelo y decía:

"Lamento mucho ser yo quien los reciba. Es que la situación…"

"Debe estar ocupado. Lo entiendo.".

Jeongbin respondió amablemente, tranquilizando al miembro del gremio. Eui-jae miró a su alrededor. No veía al chico de ojos verdes que siempre se movía de forma bulliciosa. Preguntó a un miembro del gremio que cruzaba el pasillo apresuradamente, casi como si estuviera en alerta.

"¿Dónde está ese chico? El de ojos verdes… El que parece el secretario del jefe del gremio."

“Ah, el muñeco resultó dañado al detener a un intruso y está siendo reparado de urgencia.”

“¿Dañado?”

“Sí, sí. Se le derramó veneno encima y parte de su cuerpo se derritió.”

Veneno.

Una imagen escalofriante cruzó su mente. El sujeto de pruebas retorciéndose dentro de un tubo de vidrio lleno de veneno. Y Lee Sa-young…

“Señor J.”

Un susurro suave despertó a Eui-jae. Jeongbin le sonrió con una expresión serena y tranquilizadora.

“Está muy tenso. Relájese un poco.”

Solo entonces Eui-jae soltó el puño que tenía apretado. Tenía profundas marcas de uñas en la palma. Jeongbin asintió como si lo hubiera hecho bien y preguntó hábilmente:

“¿Se puede reparar?”

“Esta vez el daño es grave, así que estamos contactando con Italia. Ah, es aquí.”

El miembro del gremio hizo una reverencia y desapareció rápidamente. El lugar al que los llevó era una sala de operaciones iluminada con una luz azulada. Un hombre con gafas de sol, Minggijeok, se subió las gafas y saludó.

“Oh, hola. Han llegado bastante rápido.”

“Por suerte, todos estábamos en nuestros respectivos departamentos. ¿Y Gayoung?”

“Se resistió mucho, así que tuvimos que pedir ayuda a un profesional médico para dormirla un rato.”

Mingijeok se hizo a un lado y dejó ver el rostro dormido de Gayoung, atada fuertemente a la mesa de operaciones con gruesas cuerdas. Mingijeok se encogió de hombros.

“Habrá que esperar un poco para interrogarla.”

“Si hacen esto a su antojo, habrá problemas de derechos humanos…”

“¿Hay que imponer los derechos humanos a aquellos que experimentan con personas?”

“Aun así, hay procedimientos…”

Ambos comenzaron a discutir sobre derechos humanos. Mientras tanto, Eui-jae se acercó a la mesa de operaciones. Gayoung, dormida, parecía estar bien salvo por la sangre en la mejilla.

¿Debería matarla?

Sus dedos, que apenas se habían relajado, volvieron a tensarse. Crujió los nudillos, pero Eui-jae respiró hondo y aflojó la mano. Luego, mirando a Jeongbin, que seguía discutiendo, preguntó:

“¿Se puede mantener a esta persona detenida? Que no pueda suicidarse, con máxima seguridad.”

“Mmm… Es peligrosa y fue atrapada en el acto… No hay problema. ¿Eso es lo que quiere?”

“Sí.”

Eui-jae le colocó bien las gafas torcidas y murmuró:

“Quiero que Sa-young pueda verla.”

Lee Sa-young temía a Gayoung. Aunque no lo reconociera, el miedo grabado en su cuerpo era difícil de borrar. Eui-jae deseaba que Sa-young fuera feliz. Que se liberara del pasado. Para eso…

“Debe seguir viva. Y sana.”

Entonces, él estaría a su lado. Como Sa-young lo estuvo para él.

Su mano, tensa, hundió el borde de la mesa de operaciones junto a la cabeza de Gayoung.

* * *

Dentro del gremio HB había un crematorio. No era uno oficial, solo una habitación con ventilación y paredes y suelo tratados contra el fuego. De hecho, era posible porque el jefe del gremio tenía la habilidad de controlar el fuego. Algunos bromeaban diciendo que eso también era un beneficio del gremio.

‘¿Beneficio del gremio? Por favor…’

Chisporroteaban las brasas. Esta vez el fuego era como una pequeña fogata. Honeybee lanzó la credencial de plástico del empleado al fuego. Las llamas rojas devoraron vorazmente las letras del gremio HB y la cara sonriente. Honeybee miró la tarjeta arder y susurró:

“Perdón por no poder traer el cuerpo.”

Agachada, revisó las cosas que había puesto en una caja azul. Un bolígrafo, una libreta, snacks empaquetados, un trapo sucio para limpiar armas… Había recogido todo lo que había en el escritorio del miembro fallecido, pero no era gran cosa. Usaría la credencial como sustituto de las cenizas y enviaría el resto a la familia.

Debería haberlo hecho nada más regresar, pero varias cosas se habían acumulado y solo ahora tenía tiempo. Ni siquiera los miembros del gremio pudieron asistir por estar ocupados en el trabajo de campo.

El jefe Han se acercó y tomó la caja.

“Iré a empaquetar esto. La indemnización se pagará según las normas internas…”

“Jefe Han.”

Honeybee apoyó la barbilla en la rodilla y habló.

“¿Recuerda el dinero del contrato de publicidad que me entra? Sume mi parte a la indemnización. Después de descontar la parte de la empresa y los impuestos.”

“Señorita Honeybee…”

El jefe Han frunció ligeramente el ceño. Pero Matthew negó con la cabeza, como diciendo que no dijera más. El jefe Han suspiró y asintió.

“…Entendido. Así lo haré.”

Cuando el jefe Han salió, quedaron solos. Honeybee miró fijamente las llamas. Era una escena parecida al funeral de Jeongbin en la mazmorra. Las llamas que encendió Matthew, la impotencia de los sentimientos.

El cuerpo del miembro del gremio que Honeybee mató directamente desapareció en ese mundo. El almacén donde lo ocultó estaba vacío. ¿Lo habría eliminado el sistema, o se habría convertido en cenizas? No lo sabía.

Se levantó con fuerza y, echándose el pelo tras la oreja, continuó hablando con esfuerzo.

“Quizá debería haberlo traído vivo, aunque fuera atado y amordazado. Al menos podría haber recibido tratamiento… ¿No cree? Dicen que el desarrollo de la vacuna va bien.”

“Honeybee.”

Una voz baja la llamó. Una mano grande le dio unas palmadas en el hombro.

“No tienes que fingir que estás bien a la fuerza.”

La mano que jugaba con su cabello se detuvo.

“No fue tu culpa que él mutara. Y no estabas sola, era una situación impredecible. Tomaste la mejor decisión posible.”

Matthew, Mok Taeo, era un hombre reflexivo y de pocas palabras. Amable pero también estricto, y nunca decía cosas que no sentía. Así era el Matthew que Honeybee conocía.

Y ese hombre la estaba consolando. Desde el primer momento en que se conocieron. Su voz era curiosa. Daba confianza, como si todo fuera a salir bien.

Se sentía rara. Como si agujas afiladas le pincharan la punta de los dedos.

Sin darse cuenta, Honeybee preguntó:

“¿De verdad cree eso?

“Por supuesto. Confío en ti.”

Honeybee miró al hombre a su lado. Grande como un oso pardo. Matthew estaba erguido como un viejo árbol. Un hombre que, aunque el viento lo rompiera, no se tambalearía. Sobre los cristales de sus gafas brillaban las llamas.

“Porque estamos mirando hacia el mismo lugar.”

Siguió la mirada de Matthew. Eran las llamas. La credencial ya se había derretido sin dejar rastro. Olía a quemado. ¿Qué queda tras el paso del fuego?

Cenizas, supuso.

La mano que le daba palmaditas en el hombro estaba caliente. De repente, Honeybee se dio cuenta de que, desde que Matthew despertó tras la adicción a la droga de Prometeo, no habían tenido una conversación de verdad.

‘…¿Eh?’

Inclinó la cabeza lentamente. Su campo de visión se ladeó un poco. En ese ángulo, vio cosas que antes no veía. Nuevos pensamientos se colaron.

En el mundo anterior, Matthew murió. Después de Jeongbin. Eso debía ser cierto. No creía que Lee Sa-young mintiera sobre eso. No quería presenciar la muerte de Matthew. Por eso escapó en cuanto llegó J.

Y en este mundo, evitó la muerte de Jeongbin.

Entonces, el siguiente en la lista…

¿No es Matthew?

“…….”

¿Por qué no hay ninguna señal?

¿Aún no es el momento? ¿O es porque acaba de despertar de la adicción a la droga de Prometeo? Los pensamientos se multiplicaron sin fin.

De repente, habló:

“Tengo curiosidad por algo.”

“Hmm.”

“¿Por qué se volvió adicto? A esa droga.”

La mirada que observaba las llamas se dirigió a Honeybee. Ella murmuró como hipnotizada.

“Entiendo que los cazadores de bajo rango se vuelvan adictos. Tienen poca resistencia. Pero usted es de rango S y tenía medidas de protección, por Lee Sa-young.”

“…….”

“Si esa droga es tan potente, ¿por qué otros de alto rango no se volvieron adictos? Incluso Song, que tuvo una relación muy cercana con ellos, aunque quedó hecho trizas, no le salieron espinas del cuerpo.”

“…….”

“¿Cuándo, cómo, por qué se volvió adicto? ¿Qué ocurrió?”

La mano que le daba palmaditas se detuvo y la mano caliente la sujetó con fuerza del hombro, tirando de ella. El enorme cuerpo la abrazó por detrás. Ella agarró con fuerza el brazo grueso que cruzaba su clavícula, lista para romperlo si era necesario. Una pesada presión la oprimió.

“Honeybee… No, Yoo Chaehyun.”

Chisporroteaban las brasas. El fuego era menos intenso que antes. Sin leña, las llamas se apagan poco a poco.

“¿Recuerda lo que le dije la primera vez que nos conocimos?”

Honeybee asintió lentamente. Una voz baja resonó.

“Ha pasado bastante tiempo. El mundo ha cambiado otra vez, tanto que las personas también lo han hecho.”

“…….”

“En ese tiempo, parece que usted ha cambiado.”

“…….”

“…Me alegro. Que al menos una persona haya cambiado.”

El brazo que le oprimía el cuello se soltó de repente. Honeybee se giró rápidamente. Matthew ya le daba la espalda y caminaba hacia la puerta. Intentó seguirlo, pero las llamas se alzaron entre ambos. Honeybee gritó hacia la sombra que desaparecía tras el fuego.

“¡Oiga, Matthew!”

No hubo respuesta. Honeybee apretó los dientes y gritó con todas sus fuerzas.

“¡Eh! ¡Maldito! ¡Deja de decir tonterías y vuelve!”

“…….”

“¡Mok Taeo!”

El muro de fuego tardó en desaparecer. Honeybee salió corriendo de la habitación, pero Matthew ya había desaparecido sin dejar rastro.

“¡Maldición…!”

Honeybee salió corriendo, mordiéndose los labios.

Las cenizas que quedaban en la habitación vacía se dispersaron con el viento.


Comentarios

  1. Ahhhh pensé que no volvería a leer tu hermosa traducción. Muchas gracias :') y esto me está llenando de dudas

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