CapÃtulo 110
—No, no es que no quiera.
Por supuesto, Eddie estaba seguro de que si Ketron se precipitara realmente, él se sentirÃa muy incómodo. Pero no era porque no quisiera.
—Es cierto que no puedo aceptarlo del todo.
Era verdad que no podÃa aceptarlo por completo. Pero no porque no le gustara Ketron, porque no le hubiera dado su corazón o porque no lo amara.
Griiiiii.
—...
El sonido agudo que resonó en sus oÃdos hizo que Eddie cerrara y abriera los ojos con fuerza. Tardó un momento en darse cuenta de que era una alucinación auditiva.
Al oÃr el chirrido rechinante y recordar la escena de la 2° Parte de «El héroe no oculta su poder», que habÃa visto aquel dÃa tras la espalda de Ketron mientras él le confesaba sus sentimientos, la excitación que hasta entonces le habÃa recorrido el cuerpo con una sensación placentera se enfrió de golpe
Era una pena, pero ahora mismo era un lujo demasiado grande compartir sentimientos como me gustas o te amo.
Esta historia no parecÃa dispuesta a permitirlo. ¿Acaso este mundo, ya desviado por la aparición del Rey Demonio, se quedarÃa de brazos cruzados mientras la lÃnea amorosa del protagonista también se torcÃa a su antojo?
¿Que el protagonista cayera por un simple personaje secundario destinado a ayudarlo?
Probablemente no.
Pero tampoco querÃa dejar que Ketron malinterpretara sus sentimientos. Aunque dudaba que fuera capaz de ocultar tan bien sus emociones, Eddie, tras reflexionar un momento, tomó la mano de Ketron que lo abrazaba por la cintura y la colocó sobre su pecho, justo donde latÃa su corazón.
Los fuertes latidos, tan intensos que parecÃan sacudirle el pecho, sin duda se sentÃan y hasta se escuchaban claramente bajo la palma de Ketron.
—Lo siento.
—...
—Es todo lo que puedo expresarte ahora.
Era como tapar el sol con un dedo, pero al menos no lo decÃa abiertamente con palabras.
Eddie puso una expresión tensa, pero al ver que tras un rato la historia no se desviaba por su cuenta, dejó escapar un pequeño suspiro de alivio.
Quizás, debido a la inesperada resurrección del Rey Demonio, esta historia no tenÃa energÃa para ocuparse de Eddie.
Mientras miraba alrededor por si acaso la narrativa cambiaba, Eddie notó tarde que Ketron se habÃa quedado petrificado como una estatua, con la mano aún sobre su corazón.
Su corazón seguÃa latiendo alegremente, y Ketron podÃa sentir cada vibración a través de su palma, cada sonido que emitÃa.
Cuando sus miradas se encontraron, Ketron pareció despertar de un hechizo y, con una pequeña respiración profunda, su mano comenzó a acariciar abiertamente el pecho de Eddie
Eddie dio un respingo.
Aunque habÃa hecho de todo con Ketron, era la primera vez que lo tocaban asÃ, abierto y descarado.
—Haa.
Ketron no ocultó lo excitado que estaba.
—Desde hace un tiempo, cada vez que estoy contigo, siempre ha sido asÃ… pero ahora estoy más excitado que nunca.
...ParecÃa que la acción de Eddie lo habÃa estimulado mucho más de lo esperado.
Era lógico, dado el considerable volumen que ahora presionaba su abdomen. La cama era tan estrecha que no podÃa evitar notarlo.
Eddie, que aún sentÃa vergüenza ante estos actos, intentó apartarse un poco. Su reacción solo excitó más a Ketron, pero en lugar de acorralarlo, este optó por observarlo con calma mientras intentaba escapar en esa cama diminuta. No habÃa mucho espacio para huir al final.
—Si te excitas asà no podrás dormir.
—¿Y aún asà me provocas de esta manera?
—No...
No habÃa sido intencional, pero quizás no lo habÃa pensado bien... Eddie murmuró con un dejo de injusticia antes de bajar la mirada.
Ese tamaño que sin duda Eddie conocÃa mejor que nadie, después del propio Ketron, estaba ahora visiblemente excitado, rozando su vientre.
Una sirena sonó estridentemente en la mente de Eddie. Como habÃa hecho una vez antes, hizo un movimiento de acariciar arriba y abajo con la mano.
—¿Quieres que lo haga de nuevo con la mano?
—...No podemos hacer eso cada vez. No hagas eso con tu mano.
Ketron agarró la mano inquieta de Eddie y la bajó.
—Está bien, duerme.
—¿En serio?
—En serio.
Aunque el tono de Ketron al decir que estaba bien transmitÃa paz, su parte inferior, rozando el vientre de Eddie, estaba furiosamente excitada.
¿A cuál de los dos debÃa creerle? ¿A esa cara impasible o al calor que presionaba contra él?
Pero las luces mágicas ya estaban apagadas y todo estaba oscuro. Ketron, como si no tuviera nada más que decir después de aquello, cerró los ojos. Como si realmente pretendiera dormir asÃ.
Siendo también hombre, Eddie no podÃa evitar inquietarse al imaginar lo tortuoso que debÃa ser ese estado para Ketron.
Sin embargo, al ver que Ketron permanecÃa inmóvil con los ojos cerrados, Eddie, como resignado, relajó su cuerpo que hasta entonces habÃa estado tenso por los nervios y se acostó.
Al estar pegados, era natural que Eddie terminara recostando la cabeza en el brazo que Ketron le ofreció, murmurando en voz baja mientras se acomodaba en ese abrazo firme y acogedor:
—Se supone que soy el mayor, pero en momentos como estos pareces más adulto tú.
Ketron entreabrió los ojos.
—¿Quiere que lo trate como a un hermano mayor?
No era que quisiera que lo trataran asÃ. Su primer encuentro habÃa sido poco convencional, y Ketron siempre usaba un lenguaje formal rÃgido con todos, asà que sin proponérselo, Eddie solÃa recibir ese trato de mayor.
—Hyung.
El término salió de los labios de Ketron sin más, haciendo que Eddie, sin darse cuenta, esbozara una sonrisa tonta.
—Duérmase ya.
Como si le hubieran lanzado un hechizo, Eddie sintió cómo el sueño lo inundaba. O quizás Ketron habÃa usado magia de verdad.
Nunca imaginó que en su vida llegarÃa a sentir algo asà por ser llamado Hyung. De no haber estado tan rendido por el sueño, quizás se habrÃa excitado al escuchar esa voz grave pronunciando con claridad el término. No, sin duda lo habrÃa hecho.
Pero el sopor era demasiado abrumador.
«No puede ser, tengo que saborear más esa palabra que escucho por primera vez, esto es un momento histórico, nuestro Ket me acaba de llamar Hyung, no, el problema es que deberÃa pedirle que me diga —Hyung Eddie—, ahora no es momento para dormir...»
Los pensamientos de Eddie se desvanecieron mientras caÃa en un sueño profundo.
Al verlo dormir por fin después de dar vueltas con expresión agotada, Ketron, que habÃa estado acariciando con cuidado su rostro para no despertarlo, también cerró los ojos para descansar un poco.
[—...]
La Espada Sagrada apoyada contra la pared observaba claramente a ambos, manteniendo un silencio inusual desde hacÃa rato.
Aunque resultaba extraño que ese charlatán guardara tanto tiempo silencio, Ketron no hizo ningún intento por hablarle.
Cuando estuvo atrapado en la jaula de Boram, Ketron sabÃa que, de estar solo, podrÃa haber escapado sin problemas, usando el poder de la Espada Sagrada para crear una pequeña abertura y escabullirse por ella. Aunque Boram era una maga poderosa y la jaula un hechizo a gran escala que consumió toda la mana acumulada durante años, Ketron habÃa trascendido los lÃmites humanos hacÃa mucho.
El problema era que él era el único con las capacidades fÃsicas para aprovechar esa brecha momentánea.
Quizás Ebon también podrÃa haberlo logrado, pero él jamás habrÃa abandonado a Gerald o Eddie para salvarse solo.
Al igual que Ketron no pudo dejar atrás a Eddie.
[—Estás completamente arruinado].
La Espada Sagrada habló, como si no pudiera creerlo.
[—¿No puedes irte dejando atrás a Eddie? ¿Asà que morirÃas por algo tan insignificante?]
—...
[—La muerte más patética que haya visto en un dueño. No esperaba esto de ti].
Fue entonces cuando Eddie tomó la mano de Ketron. Ketron observó por un momento esos dedos que lo sostenÃan con suavidad antes de apretarlos con fuerza, como decidido a no soltarlos jamás.
La Espada Sagrada murmuró, desconcertada ante la escena:
[—Una elección que no te representa... y al mismo tiempo, es tan tú].
Pero tras reflexionar un rato, la espada añadió:
[—Aunque debo admitir que la idea de que Eddie muriera tampoco me resulta agradable. Qué raro. Haz lo que quieras].
Poco después de esas palabras, Eddie guió a los demás al sótano y, aunque lograron superar la situación, la Espada Sagrada no volvió a dirigirle la palabra a Ketron.
ParecÃa que la espada también tenÃa mucho en qué pensar. Al igual que Ketron ahora.
Su interior ya habÃa experimentado demasiados cambios. Por conocer a Eddie, por culpa de Eddie. Y esos cambios no se limitaban a Ketron. Afectaron a quienes lo rodeaban e incluso a la Espada Sagrada, que habÃa vivido siglos enteros.
Todo sin que Eddie lo supiera.
Y habÃa alguien que estaba sumamente insatisfecho con ese hecho. Griiiii.
En algún momento de esa noche, el sonido de engranajes que Eddie no pudo oÃr mientras dormÃa se escuchó débilmente antes de desvanecerse.
Comentarios
Por favor sé respetuoso y no hagas PDFs de nuestras traducciones