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Ketron Chapter 113


 Capítulo 113

El momento del final original. Sin duda, aquel instante en que el protagonista, que había seguido el camino de la rectitud, abrió los ojos corrompido, también fue un momento intenso que Eddie jamás olvidaría en su vida.

Fue precipitado, y también le dio lástima el hombre frente a sus ojos.

Pensó que quería salvarlo a toda costa. Aunque quizá fuera presuntuoso de su parte.

—Tú fuiste el único. El único que le tendió la mano a ese tipo durante todo su trayecto hasta aquí. 

—…

—Por eso no siento mucha compasión por los humanos de ahora… pero contigo es distinto.

La "justicia" de la Espada Sagrada era diferente del camino de Ketron. Destruir a los demonios, eso era el único objetivo de la Espada Sagrada, y no importaba cuántos humanos tuvieran que sacrificarse en el proceso.

Al presenciar junto a Ketron el injusto final que le esperaba, su ira hacia la humanidad debió acrecentarse. Por eso Eddie no podía reprocharle a la Espada Sagrada.

Después de eso, la Espada Sagrada tampoco habló más. A Eddie se le nubló la mente.

El mundo actual parecía pacífico en apariencia.

Al menos, así lo creía la gente alrededor de Eddie.

Pero tanto Gerald como Ebon salían de vez en cuando y regresaban con semblantes graves, y al ver la lluvia negra que caía del cielo, así como a Ketron, quien parecía aguardar algo en silencio sin especificar qué, se hacía evidente que algo estaba mal. Muy mal.

¿Cuándo comenzaría la segunda expedición contra el Rey Demonio resucitado?

Ketron iba y venía del palacio imperial con frecuencia. A veces, el Emperador en persona visitaba la mansión, otras, llamaba a Ketron al palacio.

Como resultado, Gerald y Ebon también estaban constantemente con Ketron, por lo que Eddie comprendió vagamente que todo esto era un desarrollo para la escena final del segundo acto que él había confirmado.


[Ketron miró a sus nuevos compañeros].


El día del torneo, alrededor de la escena final del segundo acto que Eddie había confirmado, se contaba esta historia.


[Allí estaban Agustín y sus nuevos aliados, Gerald y Ebon].


La historia de Gerald y Ebon, que se unieron al grupo del héroe. Y un final clásico donde emprendían una nueva aventura.

Claro que, en la 2° Parte original, no era una expedición contra el Rey Demonio, sino la «erradicación de los remanentes demoníacos».

«¿Es por eso que me lo mostraron?»

Cuando leyó eso en su momento… jamás imaginó que aquel Ebon sería el mismo Ebon que conocía, pero el mensaje de la historia era claro.

«¿Quieren que haga el final así? ¿Por eso me lo muestran con anticipación?»

Que el final sea así.

Aunque Eddie no era más que un hombre común sin poderes extraordinarios, como un aliado capaz de influir en el protagonista, podía guiar el flujo de los eventos hasta cierto punto. Justo como la historia lo deseaba. Concediéndole cierta autonomía, pero asegurándose de que se alineara con el curso inevitable.

Ese era el rol que la historia esperaba de él.

Pero, siguiendo un curso que ni Eddie podía alterar, el Rey Demonio resucitó, y el final se desvió tanto que ya no bastaba con erradicar a los remanentes.

Cuando Eddie les pidió a ambos que se llevaran bien con Ketron, sin duda pesó más su deseo personal de verlos en armonía, pero tampoco podía negar que tenía en mente aquella 2° Parte.

Eddie también hizo su esfuerzo. Para que, tras alcanzar el final que la historia quería de manera pacífica, él pudiera vivir en este mundo junto a las personas que apreciaba.

Pero últimamente, lo asaltaban dudas y ansiedad sobre si eso sería posible. Percibía la sombra que se cernía sobre este mundo y la vaga malevolencia que este albergaba hacia él.

Aunque la mansión parecía tranquila en apariencia, en algún momento comenzó a impregnarse de una atmósfera lúgubre imposible de ocultar. Hasta Eddie, ajeno a la situación, podía sentir el presagio siniestro que se aproximaba.

Así pasó el tiempo, hasta llegar al último día del año.

Aquel día, el Emperador visitó la mansión en persona. No era una visita para fortalecer los lazos con su hermano en el ocaso del año.

El Emperador Likirius, cuyo rostro mostraba cansancio, buscó a Ketron apenas llegó.

—Acompáñame un momento.

Como siempre que visitaba la mansión, lo buscó a él primero.

—Eddie.

Ketron se acercó a Eddie y, con naturalidad, besó su mejilla. Que no hubiera sido un beso profundo en los labios, a pesar de tener al hermano de Eddie delante, era su manera de mantener las formalidades.

Claro que, formalidades o no, en el instante en que Ketron besó a Eddie, la mirada del Emperador Likirius se volvió afilada. Pero, en un momento tan crucial, la razón lo frenó. No podía distanciarse del héroe. Contuvo las palabras que le hervían en la garganta.

Todos lo saben, todos lo saben…

Claro que no suponía que el emperador, siendo quien es, no supiera nada de la relación entre Eddie y Ketron, considerando que conoce incluso a Gerald y a Ebon. Aun así, al darse cuenta de que incluso el emperador sabía lo de ellos, a Eddie le resultó imposible sonreír.

Él aún no tenía una mentalidad lo suficientemente abierta como para presentar a su amante, mucho más joven, a su familia. Aunque, según la edad física de Eddie, solo había una diferencia de cuatro años, lo cual no requería una compatibilidad especial.

—Regresaré pronto. Quédate con la Espada Sagrada. 

—Sí, como siempre. 

Aunque siempre dejaba a la Espada Sagrada cerca cuando se ausentaba brevemente, hoy insistía como si fuera una advertencia. Cuando Eddie respondió riendo, Ketron guardó un silencio inusual, como si buscara palabras, antes de murmurar: 

—Es solo… una mala sensación. 

—…? 

Era algo vago para alguien como Ketron, quien siempre era directo y claro al expresar sus intenciones. Por supuesto, Eddie no le dio mucha importancia a esas palabras. De todos modos, Ketron no se iba lejos.

Con esa conversación, Ketron se ausentó de Eddie, como siempre, dejando la Espada Sagrada cerca antes de irse.

—Mmm…

Eddie se rascó la mejilla. Eddie, un hombre común sin nada destacable excepto su tienda de conveniencia, no podía ser de mucha ayuda en momentos como estos. Si acaso, podría hacer algo tan trivial como asegurarse de tener bocadillos a mano.

Pensándolo bien, el Emperador había venido con el Marqués Rivalt, así que Gerald y Ebon también parecían ocupados. Y como Sebastián era un desastre cocinando, tal vez él mismo debería preparar la cena. 

Dado el estado actual de las cosas, el Emperador parecía más delgado que antes y Eddie quería cuidarlo. Además, todos estaban ocupados, así que sería más conveniente que él, quien estaba relativamente libre, se moviera.

Decidido, Eddie se dirigió a la cocina. Mientras pensaba en el menú, recordó la carne en el refrigerador de la tienda y consideró hacer un donburi. Pero justo entonces notó que faltaba repollo. 

N/T donburi: Platillo japones. Tazón profundo que contiene arroz y es cubierto con varios ingredientes, como carne, pescado, verduras o tempura.

—Ah. 

Saltear repollo con sal y pimienta para acompañar la carne era su receta estándar, pero justo hoy no había. Aunque podía usar otras verduras que quedaban, ninguna parecía poder reemplazar al repollo. La mansión a la que se habían mudado estaba justo al lado del mercado. No era la primera vez que iba y, estando tan cerca, parecía que no habría un gran problema en ir solo sin Ketron.

[—¡Acabo de transformarme y no puedo volver a humanizarme!]

Cuando Eddie mencionó que iría al mercado, la Espada Sagrada dio un brinco, como si fuera injusto. 

Recientemente, la Espada Sagrada se había acostumbrado a la humanización y, justo antes, se había transformado en humano para abrazar a Eddie y charlar, solo para volver a convertirse en una espada.

Como Ketron decía, parecía tener un «tiempo de enfriamiento». Tras transformarse una vez, no podía hacerlo de nuevo. Justo ahora estaba en ese período. 

La Espada Sagrada se sentía agridulce por perder la oportunidad de ir al mercado con Eddie y, al mismo tiempo, por tener que alejarse de él. Eddie, con una sonrisa, trató de calmarlo.

—Solo seré un momento, no hay problema. 

[—¡Los descuidos breves son los que traen tragedias!]

—Pero si solo es el mercado de al lado. 

Eddie respondió con incomodidad. Tanto Ketron como la Espada Sagrada eran sobreprotectores. ¿Qué razón había para que un adulto no pudiera ir solo a un lugar tan cercano? 

Claro que lo hacían porque sabían que Eddie temía estar solo entre desconocidos, pero ahora ya estaba mejor. No era tan frágil como para no poder ir y volver de un mercado a dos pasos. 

Eddie no era ningún adolescente delicado. Aunque nunca se midió, bajo estándares modernos mediría 1,80 m. Pero en un mundo lleno de seres sobrenaturales, incluso un físico «respetable» para un humano moderno seguía siendo motivo de protección. Una situación casi cómica. 

—Vuelvo enseguida. 

Si Ketron terminaba de hablar con el emperador y veía que Eddie iba al mercado y trataba de seguirlo, sería vergonzoso. Si el Emperador o el Marqués Rivalt lo pillaban... no parecía que la cosa fuera a acabar en un punto vergonzoso.

Por más que lo cuidaran, él era un hombre adulto. Temiendo la vergüenza de que presenciaran su sobreprotección justo frente a sus narices, Eddie agarró su billetera a toda prisa. 

«Solo compraré el repollo y volveré enseguida».

¿Acaso no era delicioso saltearlo con sal y pimienta? Casi un adicto al repollo, Eddie se despidió rápidamente de la Espada Sagrada, pensando solo en eso. 

—En serio, será un momento. 

—Hmm, está bien. 

Eddie sonrió al ver a la Espada Sagrada, que, aunque resignada, gruñía con incomodidad. 

¿Qué podría pasar yendo a un lugar tan cerca? Pero pensó que, después de salir y volver sin problemas unas cuantas veces, eventualmente se tranquilizarían. Todo es difícil al principio.

Y así, en el último día del año, 

Eddie salió por última vez.


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